“Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas”.
J.R Ribeyro
Los límites “naturales” de Santa Cruz abarcan desde el último óvalo de
Pardo, siguiendo toda la avenida de El Ejército hasta el cuartel San Martín.
tres avenidas paralelas (Ejército, La Mar y Mendiburu) con una serie de
callecitas viejas que las cruzan.
Moisés es un personaje atrapado en el tiempo, es
uno de esos eternos enamorados de la Lima antigua, esa de palacios en la av.
Salaverry, la Av. Arequipa (la casa Marsano). Recorre Lima buscando vestigios
de esa Lima casi extinguida por el paso de la modernidad.
Moisés es un investigador en su tiempo libre, va
buscando historias que lo transporten a la Lima de sus sueños. Sus historias
las anota en un blog que tiene miles de seguidores.
En una de sus andanzas conoció a la familia
Portocarrero, quienes eran los vecinos de más antigüedad del barrio de Santa
Cruz en Miraflores. Conocido como “El barrio Obrero”
Fue Melisa la nieta del Señor Portocarrero (quien
había muerto hace varios años), la que le conto de buena gana la historia del
barrio, esta historia la había escuchado primero de boca de su abuelo y de su
padre y estaba dispuesta a pasársela a sus hijos y a todo el que la quisiera
escuchar. Melisa vivía en la Calle Melgar, en una de las pocas casas de antaño
que quedan en el barrio.
Mi abuelo llego a Santa cruz en el año 1937 cuando
el barrio recién empezaba a dar signos de vida. No había agua ni nada, por
aquellos años, había un camino de tierra por la que pasaba un canal, que ahora
está sepultado por el asfalto. Eran los tiempos del presidente Leguía.
Cuenta la leyenda que este terreno era parte de la
antigua hacienda Santa Cruz la cual era bastante grande, pero con el tiempo se
fue recortando. Mi abuelo decía que hay muchas historias como inicio todo,
algunas involucran a Francisco Pizarro, a migrantes de color y hasta una cruz.
En los años 1940, el vecindario aún estaba en
pañales, creciendo de a pocos, gracias a los esfuerzos de varias familias
provenientes de otros distritos que vieron aquí la tierra de sus sueños. Entre
ellos nuestra familia. Con sangre, sudor y lágrimas lograron sacarlo adelante.
A medida que el tiempo avanzaba sin misericordia,
nuevas personas llegaban y paso a paso el suburbio empezaba a sufrir una
metamorfosis. Los nuevos vecinos en su mayoría eran gente trabajadora,
dispuestos a todo por salir adelante y darles a los suyos la felicidad que
tanto anhelaban y que a ellos les había sido esquiva. Mi abuelo y los vecinos
más antiguos los recibían con los brazos abiertos, pues entendían que venían a
sumar para el bien común.
El tiempo siguió pasando y en algún punto Santa Cruz se quedó estancada
en el tiempo. Miraflores empezaba a cambiar y las personas alrededor del
distrito comenzaban a verlos con malos ojos, incluso le decían “la oveja negra”
del distrito.
Aunque el barrio siempre había sido tranquilo, en un punto empezó a
llegar más gente y entre ellos se infiltraron personas de dudosa reputación,
algunos se dedicaban a robar en el distrito y otros formaban parte de las
temibles “Barras Bravas” que empezaban a expandir su influencia negativa
alrededor de Lima. Estos hechos no ayudaban para nada en la reputación del
distrito.
Los vecinos del barrio, comenzaron a agitar a las autoridades para que
hagan algo al respecto, Miraflores crecía de forma desproporcionada y dada su
reputación de vecindario tranquilo, muchas familias provenientes de otros
distritos querían mudarse. El espacio empezaba a quedar chico, y el barrio de
Santa Cruz era la manzana de la discordia.
Los empresarios inmobiliarios le echaron el ojo a Santa Cruz, vieron en
él una oportunidad única de hacer negocios, el distrito necesitaba crecer, las
ovejas negras se tenían que ir, era el momento de dar paso a la modernización.
En el vecindario las cosas estaban calientes, mi abuelo junto a otros
vecinos más antiguos se negaba a dejar el lugar que con tanto esfuerzo ayudaron
a levantar. El problema era que, para este tiempo, algunos vecinos antiguos
habían muerto y sus familiares al no tener apego por el lugar, vieron las
ofertas de las Inmobiliarias atrayentes. Entendieron que con el dinero que se
les ofrecía por sus viviendas, podrían adquirir mejores propiedades en
vecindarios más “populosos”.
Esto adicionado a su condición de “ovejas negras” en el distrito, les
daba la excusa perfecta para emigrar a otros lugares en donde no se sintieran
marginados.
Fue en medio de todo este problema que mi abuelo quien ya estaba
avanzado en años, no resistió el pensar en lo que sería de su amado barrio y
falleció. Pero me quedo con la tranquilidad de que al menos murió tranquilo junto
a su familia, en el Santa Cruz que siempre conoció y amo.
Las aguas seguían movidas, los vecinos empezaron a vender sus
propiedades y a emigrar hacia otros lugares. Solo un pequeño grupo decidimos
quedarnos y tratar de seguir en el vecindario que tanto queremos.
Los nuevos propietarios ya no eran gente que conociéramos, venían en su
mayoría de distritos más solventes económicamente y tenían ideas diferentes de
lo que querían con sus viviendas. Pero no solo eso pues las Inmobiliarias
tenían en mente no solo a personas, sino también a negocios y edificios. EL
cambio era inminente.
Muchos quintas y callejones fueron demolidos para dar paso a edificios
modernos, mientras que otras quintas fueron remodeladas. Ahora es común
encontrar un edificio “de clase media” al costado de una casa en ruinas.
Restaurantes finos se han ido instalando a lo largo de la Av. la Mar.
Pero sabes Moisés, me queda la satisfacción de saber que la modernidad
no pudo destruir nuestro amado Santa Cruz por completo, pues cuando salgo a
caminar para ir al mercado, o incluso cuando tengo que pasar por Miraflores,
veo que mi barrio aun es el diferente del distrito y eso me alegra.
Moisés se retiró de la casa de Melisa con la sensación de haber viajado
en el tiempo, además sentía que estaba en un lugar especial, uno de los pocos
que de alguna manera le había ganado a la modernidad.
Ya en su casa escuchado en su grabadora lo que Melisa le había contado,
empezó a pensar en cómo poder escribir su artículo sobre el barrio de Santa
Cruz, de repente algo le vino a la mente y así empezó su historia:
Primero entendamos que el
barrio de Santa Cruz siempre ha sido un lugar extraño a los ojos de los
miraflorinos, una oveja negra en medio de la modernidad, un barrio forjado por
obreros cuyas calles estaban pobladas de viviendas antiguas, quintas, talleres
de autos; entre otros. Pero que a pesar del tiempo y la desaparición de mucho
del “barrio original”, para darle paso a la modernidad, aún conserva vestigios
del antiguo Santa Cruz. Cuando paseas por sus calles, es imposible no sentirse
embargado, por el ambiente a nostalgia.
https://puntodevistaypropuesta.wordpress.com/2016/11/11/erase-una-vez-un-barrio-santa-cruz/
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