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jueves, 21 de abril de 2016

AL TERCER DÍA

Se oscurece los ojos en las riberas de los días vencidos.
Efesios 2.4-8
“Pero Dios es muy compasivo, y su amor por nosotros es inmenso. Por eso, aunque estábamos muertos por culpa de nuestros pecados, él nos dio vida al resucitar a Cristo. Nos hemos salvado gracias al amor de Dios. Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él. Hizo esto para mostrar, en el futuro, la bondad y el gran amor con que nos amó por medio de Jesucristo. Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.”
Delante de la cruz
Delante de una tumba vacía
Delante de una corona de espinas
Delante de las arenas vencidas.
Al tercer día, al despertar,
al amanecer, al abrir los ojos.
Con la muerte besando sus pasos.
Con el viento en contra
Con una zarza ardiendo en su pecho
Con lágrimas acariciando el rostro.
Al tercer día renace la luz
Con un destello fulminante
Nos marca el camino
Nos ata a sus pasos.
Nos cubre con su sacrificio que lava todo pecado
Que enciende la fe
Para gritarnos en la cara
¡Resucitó!
Al tercer día cumplió con su palabra.
Por qué su palabra es vida
y la vida nos reta a vivir en sus pasos.
Al tercer día te esperan sus brazos .
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PROMESA ES PROMESA

Lucas 24.5-7
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.» Entonces ellas se acordaron de sus palabras.”

Hasta cierto punto los seguidores de Jesús habían creído en Él antes de su muerte y su resurrección. Pedro y compañía habían dejado todo y lo seguían, mientras esperaban ver a un Jesús ganador y victorioso. Un ejemplo de la fe inmadura pero verdadera es lo que Pedro le dijo a su Maestro: “Tú eres el Cristo, el hijo de Dios viviente” (Mateo 16.16). Pero su fe había sido golpeada mientras, paralelamente, los romanos golpeaban a Jesús; mientras éste era humillado ante la muchedumbre de judíos que demandaban su vida. 
Durante su crucifixión y sepultura, los discípulos habían escondido su fe. Se habían desanimado y muchos, vueltos a sus casas. Algunos se reunieron en una casa planeando (tal vez) que sería de su vida de ahora en adelante. No la tenían clara. Pero luego de tres días, algo sucedió. Su fe volvió a surgir y salieron adelante a presentar al mundo el Evangelio del Salvador crucificado pero resucitado. ¿Qué pasó?

Mientras Jesús estuvo en la tierra, dijo que los hombres lo llevarían a la muerte por crucifixión, y dio muchos detalles de cómo su muerte habría de tener lugar. Dijo además que luego de estar sepultado tres días y tres noches, el Dios de Abraham, de Isaac y Jacob, el Dios de la Biblia, lo levantaría de entre los muertos (Mateo 16.21, 16.22-23, Marcos 9:31, Lucas 18:31-33). Esta era una gran pretensión. Aparentemente era una pretensión imposible. Desde su creación, los hombres habían venido y se había ido, y de acuerdo con lo conocido mediante la observación (y su razón) éste era el fin de todos. Pero este hombre Jesús no dudaba en afirmar que su experiencia sería totalmente contraria a lo que había pasado durante muchos y largos siglos. Para los seguidores de Jesús también se les hizo difícil creer lo que su Maestro repetía una y otra vez. Sin embargo, eso fue lo que sucedió. Pasó tal cual lo había prometido. Y al resucitar, todo tuvo sentido: Dios había aceptado el Sacrificio, la deuda estaba cancelada. El pecado había triunfado en la cruz, pero Dios triunfó en la resurrección.


El Evangelio que Cristo nos dejó (y como orden, debemos llevarla por todo el mundo) se basa en dos hechos esenciales: un Salvador murió y vive. La sepultura comprueba la realidad de su muerte. Él no solo se desmayó luego fue reanimado. No, Él murió y fue sepultado; Él resucitó y fue visto. Sin la resurrección no hay Evangelio. La base de nuestra fe radica en ello, tal como el apóstol Pablo lo dijo: “Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15.17). Jesús hizo una promesa a sus discípulos y lo cumplió; y tiene también una promesa por cumplir con aquellos que lo siguen: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis“ (Juan 14.2-3). ¿Acaso existe algo que pueda darnos mayor esperanza y seguridad? La seguridad de que en su momento seremos resucitados con Él. La esperanza de una vida eterna a su lado. ¿Crees en Su promesa? ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam

LOS PASOS AL FINAL DE LA CALLE

Mateo 28.19-20
"Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo".

Cada paso que demos para anunciar la Palabra
No es vano
Cada riesgo que corremos
No es en vano.
Solemos anteponer nuestras aspiraciones
Como prioridad
Y muchas veces hemos llegado a desesperar
Cuando no hemos visto en una circunstancia difícil.
Si Dios ha prometido suplir nuestra necesidad
Podemos cantar con confianza aquel coro
Que dice: "Yo creo en las promesas de Dios."

Mateo 6.33
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".

Gasta tu voz por Cristo
Vamos donde nadie quiera ir
Pero lo más importante
Empecemos por casa,
Empecemos por nuestro nido
Porque la primera patria del soldado es su familia.
Cada paso que gastes
Cada minuto que pase
Cada mañana al despertar
Cada clamor en su presencia
Cada lágrima sembrada en oración
No es en vano.
La Palabra hermano nunca vuelve vacía
Dios va preparando la tierra.
Sembremos sin excusas
Negándonos a nosotros mismos
Dios nos desafía sembremos luz en medio de las tinieblas.

Hechos 13.47
“Así nos lo ha mandado el Señor: “Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra.”

Unos pasos al final de la calle
Unos pasos que no se detienen
Vamos al lugar donde nadie quiere ir
Vamos a gastar la vida.

Marcos 8.35
"Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará".

Así es la Palabra duele pero nos desenmascara,
Así es el camino,
Así son los pasos de quién sigue a Jesús.
Así son los pasos en tu casa,
Así son los pasos en tu barrio,
Así son los pasos al final de la calle.

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APURANDO EL PASO

Romanos 10.14-15
“¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”

Era una dura batalla. Los persas habían jurado que, tras vencer, irían a Atenas a saquear la ciudad, torturar a las mujeres y sacrificarlas junto a los niños. Al conocer esto, los griegos decidieron que si las mujeres de Atenas no recibían la noticia de su victoria antes de 24 horas desde el inicio del día, serían ellas mismas quienes matarían a sus hijos y luego se suicidarían. Los griegos ganaron la batalla, pero les llevó más tiempo del esperado, así que corrían el riesgo de que sus mujeres ejecutasen el plan. Filípides, un soldado griego, después de haber estado combatiendo un día entero, tuvo que recorrer una distancia de unos 40 Km. para dar la noticia. Tomó aquel guerrero tanto empeño en llegar veloz a su destino que cuando llegó, cayó agotado y, antes de morir, sólo pudo decir una palabra: "Niké" (que significa: Victoria). Este joven solo tenía una misión que cumplir: llevar la noticia de la victoria. Y no le importó el precio a pagar: su propia vida. ¿Crees que valió la pena?

Una vez que decidimos entregar nuestra vida a Jesucristo, a muchos de nosotros se nos queda muy ligera la carga y nos quedamos cómodos con lo que nos toca: Aprender y fundamentar nuestra Fe. Jesús sabía que eso no era el sentido de autodenominarse su discípulo. En Lucas 10 y Mateo 11 se menciona como Jesús (aún mientras estaba con ellos) organizaba y enviaba a los discípulos a compartir lo que veían y aprendían con personas cercanas a ellas. Era algo esencial para Él hacer que sus seguidores no piensen que estarían siempre a Sus pies. Y como cereza en la torta, la Gran Comisión se menciona 5 veces (Mateo 28.19, Marcos 16.15, Lucas 24.47, Juan 20.21, Hechos 1.8). Debería ser imposible pasar por alto un mandato que está repetido tantas veces por Jesucristo, y aún seguir llamándonos cristianos. Posiblemente pensarás que ese mandato solo está para personas que tienen el talento para ello (para eso hay misioneros ¿no?); eso no pensaron los primeros cristianos; ellos iban a sus amigos y vecinos, y compartían su fe; ellos no se pusieron a ponerse rótulos para decidir si salían o no, si tocaban la puerta de al lado o no, ellos entendieron a cabalidad lo que Cristo mando que sean: misioneros informales.


¿Cuánto de tu tiempo has destinado para acercarte a casa de algún familiar o amigo que tiene su vida atrapada en el pecado? ¿Cuánto del desgaste de tus zapatillas se deben a que caminaste por buscar su casa? ¿Cuánto de tu saldo de teléfono consumiste por poder relacionarte con alguien invitándola a salir con la finalidad de compartirle tu fe? ¿Cuándo fue la última vez que invitaste a alguien a la Iglesia? ¿Qué tan recientemente compartiste esa fe, que dices tú ser la Única Verdad? Muchas de esas personas no creen que su vida está condenada al infierno, tú sí lo sabes; y ese debiera ser un factor importante para llevarle el Evangelio y no quedarte cruzado de brazos y piernas esperando sólo a que sea el momento de que Cristo llegue a su vida. Si no lo has hecho, pues es porque para ti no es una prioridad; porque posiblemente no entiendas lo que eso pueda significar. Para Jesús era lo más importante de todo. ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam

VIVIENDO EN ARMONÍA


Salmos 133.1-3
“¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía! Es tan agradable ver esto como oler el buen perfume de los sacerdotes, perfume que corre de la cabeza a los pies. Es tan agradable como la lluvia del norte que cae en el monte Hermón y corre a Jerusalén, en el sur. A quienes viven así, Dios los bendice con una larga vida.”

Si bien estamos de visita en este mundo no estamos solos. Jesús nos dice que somos un solo cuerpo y que debemos permanecer en un mismo Espíritu.
No hay nada más bello que una familia viviendo en armonía sirviendo al Cuerpo de Cristo con sus dones. También se nos recalca qué hierro con hierro se aguza y ese es el proceso para poder ser formados y servir con eficiencia a la Iglesia del Señor que somos cada uno y todos nosotros.

Ser tolerantes, jalarnos las orejas con amor, la Iglesia de los hechos es el ejemplo de cómo debe ser la comunión entre los hermanos, orando unos por otros, velando unos por otros con ruego para que Dios pueda usarnos con poder.


Somos su pueblo, somos la voz de Cristo en este mundo hagamos la obra de nuestro Padre cada día sin desmayar en comunión y en amor. ‪#‎CharlieP ‪#‎Adhulam

LO QUE UNE


Juan 17.20-21
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”

¿Te acuerdas de los discípulos de Jesús? Seguro que sí, por lo menos de la mayoría. ¿Te acuerdas de sus profesiones? Es decir, que hacían al momento de que Jesús los llamó a seguirlo. Bueno, teníamos entre ellos a pescadores, publicanos, guerrilleros; y entre su forma de ser teníamos algunos iracundos, obstinados, santurrones (a veces); en fin, cada uno tenía su forma de ser (como nosotros). La pregunta es, ¿cómo es que llegaron a permanecer juntos al final de todo si eran tan diferentes? “Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos” (Hechos 2.1). ¿Cómo es que personas tan distintas en cuanto a su carácter y personalidad pudieron estar orando con el mismo sentir de una forma tan intensa que el poder de Dios descendió sobre ellos?

Cuando entramos a algún lugar tratamos de involucrarnos con el grupo al que consideramos puedan tener gustos similares a los nuestros, y así descubres que hay otros que se asocian de igual forma a los suyos. Posiblemente en tu congregación conozcas personas con pensamientos distintos a los tuyos, con necesidades distintas, gustos diferentes en cuanto a música, ropa, pasatiempos, hasta en la comida; y a veces hasta podrías sentir que no estás en el lugar adecuado. Posiblemente no, pero te animo a pensar antes en algo: ¿Has intentado buscar algo en común con ellos? Y no me refiero a alguna de las cosas mencionadas, sino a lo más importante: Cristo. Si te das cuenta de ello, Él hace que todas esas diferencias sean secundarias e insignificantes.


Es la razón por la que Jesucristo oró la última noche que estuvo con sus amigos pidiendo a Su Padre que todos ellos (recontra distintos) puedan ser UNO; que lleguen a tener un mismo corazón, un mismo sentir, una misma misión, unidos como un cuerpo… ¿lo fueron? “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hechos 4.32). ¡Sí! Supongo que aún seguían siendo distintos en su personalidad (algunos buscaban esperar, otros ya inmediatamente a salir) pero lo que si estoy seguro es que tenían la convicción de que debían permanecer juntos no solo físicamente sino con todo su espíritu, y lo hacían a través de la obediencia a Su Señor. Motiva la actitud de la Iglesia de los Hechos porque ponían todo en común y si no tenían propiedades o recursos, daban lo que podían dar: su tiempo y apoyo entre ellos "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca." (Hebreos 10.24-25). No dejes que tu personalidad ni tu apatía por socializar hagan que te aísles de tus hermanos. Conocerlos es una bendición para sus vidas y definitivamente para la tuya. Encuentra lo que te une a ellos: Cristo. ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam

NO LO OCULTES

Mateo 25.21, 29
“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor… Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”

Una de las más importantes enseñanzas que dejó el Maestro para su Iglesia fue la de administrar nuestros talentos para gloria suya. Narró la parábola de un señor que al irse de viaje dejó tres mayordomos (a pesar de servir al mismo señor, cada uno tenía una distinta manera como administrar). Uno a uno fueron acercándose a Él y este les dejó diferentes cantidades de dinero. Dos de ellos no dudaron en invertirlos y duplicar lo que su amo les había dejado. Uno de ellos, tal vez por temor, miedo al cambio o incertidumbre, pero de todas maneras con algo de flojera y apatía; decidió ocultar el dinero y esperar (si, esperar) a que su amo regrese. Al regresar de su viaje, el patrón se sintió feliz y agradecido con dos de sus siervos, los recompensó. Sin embargo no le convenció la excusa que el último le dio y lo despojó incluso de lo que tenía.

Las Escrituras muestran que al haber aceptado a Cristo como nuestro Señor, somos morada del Espíritu Santo y que éste empieza a trabajar en nuestras vidas. Significa que aunque no te sientas seguro de esto, mínimo tienes un don que administrar “Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en Él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don” (1 Corintios 1.4-7).


Así que no se trata de debatir si tienes o no tienes, se trata de saber cómo ejercer y aplicar tu don al servicio del Cuerpo de Cristo y para glorificar a tu Señor. Decir que no tienes un don significaría que sabes algo que Dios no sabe, y creo que eso sería totalmente inverosímil. Pero aún así, seguramente lo sigues pensando, y eso es porque probablemente tu actitud esté siendo como el último siervo, tratando de esconder aquello que Dios te dio, no usándolo para multiplicar los beneficios que tu talento podría brindar a otros. ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam

martes, 22 de marzo de 2016

UNO POR TODOS


1 Juan 4.9-11
“Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. 11 Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros”.
Tu amor no entiende de fronteras y no tiene principio y final.
Tu amor llegó a la rivera de un planeta que no sabe amar.
Tu amor, barco de madera en un puerto lujoso del mar.
Tu amor es la respuesta que los sordos no quieren escuchar.
Ya subió la marea 
Todos huyen del litoral
Las olas se agitan y arrecian
El viento golpea y golpea.
El tsunami derribó todo navío 
Y no hay rastro de nada en el mar
Sólo espera solitaria en el puerto
Una pequeña barca en el mar.
Un viejo marino me dice:
¡Hey muchacho no te asustes!
Aquí todos se maravillan
Con super héroes de universos ficticios,
Pero todos huyen cuando ruge el mar.
Hey muchacho no temas 
Hay un amor más grande que toda tormenta
Hay un amor que camina sobre el mar 
Hay un amor que arribó al planeta
Hay un amor que se entregó y pelea
Hay un amor que pagó nuestras deudas
Hey muchacho no llores
Uno pagó por todos nuestros pecados
Uno por todos los ciegos
Uno por todo los sordos.
Hey muchacho la Barca sigue en el puerto
Y nada ni nadie la puede derribar.
‪#‎CharlieP ‪#‎Adhulam


‪ AMOR EN LA CRUZ



Juan 3.16
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda más tenga vida eterna”.
Un ministro cierta vez estaba hablando con una pareja que estaba atravesando algunas dificultades en su matrimonio. Había mucha amargura y pesar, unida a una falta de comprensión. En determinado momento, el esposo exasperado le dijo a su mujer: “Te he dado todo”, le dijo. “Te he dado una casa nueva, un auto nuevo y toda la ropa que puedas ponerte. Te he dado…”. Y la lista continuaba. Cuando había terminado, su mujer dijo con tristeza: “Todo lo que dices es cierto. Me has dado todo, menos a ti”
Escuchamos cotidianamente mencionar el amor de Dios; hablamos de ello como su atributo más importante. Lo escuchamos en canciones, sermones, frases, etc… Es más, hasta nos hemos memorizado Juan 3:16. Sin embargo ¿Lo comprendemos? Y si no es así ¿Cómo comprender realmente el amor de Dios? Si bien es cierto, la misma creación y su provisión diaria a nuestra vida muestra Su amor, ésta no es completa; el amor de Dios se muestra completamente al entender Su obra en la Cruz. Al mirar la Cruz podemos entender que realmente significó el amor de Dios. Hay 2 verbos en ese pasaje que atrapan: AMÓ + DADO. La esencia del amor esta en dar. Pero esta vez en algo más profundo: “En esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4.10). Dios dándose a sí mismo, a través de Cristo, para ser Él mismo quien satisfaga la paga por nuestros pecados.
Cuando nos contemplamos, nos damos cuenta que la Justa Ley de Dios nos condena y estamos bajo su ira, ya que Dios es Santo y Justo. Sin embargo, el saber que aún a pesar de eso, Dios nos ama, debería resultarnos aún más asombroso. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8). Cristo murió por nosotros por su gran amor. Ese amor, ese amor tan asombroso requiere mi alma, mi vida, mi todo. ‪#‎Daniel J‪#‎Adhulam


EL MÁS GRANDE AMOR DE TODOS



Juan 3.16
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Cuenta la historia de un joven que estaba siendo buscado por la policía por un delito que había cometido y debía de ser condenado a muerte. El joven se había arrepentido de lo que había hecho y fue a entregarse a las autoridades, pero cuando llegó a la dependencia policial le dijeron que ya no había cargos en su contra, porque alguien había ocupado su lugar. Cuando preguntó quién había sido, le dieron las palabras más duras que podía haber escuchado… Su madre había ocupado su lugar.
¿Serias capaz de dar la vida por alguien? Tal vez lo harías por un familiar, quizá por un amigo, pero creo que definitivamente no lo harías por un extraño; eso sería casi una locura, ¿no lo crees? Pero sabes la Biblia dice que nosotros teníamos una deuda que no podíamos pagar y que éramos merecedores nos caiga todo el peso de la ley, pero Jesús el único Hijo de Dios, se puso al frente y ofreció tomar nuestro lugar con todas las implicancias que eso conllevaría, y se podría decir que no nos conocía, pero en realidad sí que nos conocía y mejor que nosotros mismos.
Una canción antigua dice lo siguiente: “Dejaste el trono para mostrarnos la luz, de tu trono a la cruz y mi deuda pagar, de la cruz a morir, de la muerte a tu trono”. Creo que resume bien lo que Jesús hizo por nosotros, pero hay algo que muy pocos mencionan y es que más allá de todo el dolor físico que Jesús sufrió por nosotros, hubo un dolor indescriptible al llevar los pecados del mundo sobre sus hombros: fue separado de su Padre. Eso se ve reflejado en sus palabras: “Padre, Padre, ¿Por qué me has desamparado?” (Mateo 27.46). Y todo lo hizo por amor, por amor a ti y a mí. ¿No te parece que esa la máxima prueba de lo que es realmente el amor? Amor más allá de las palabras, amor hecho acción, sangre que compró nuestra redención. 1 Pedro 1.18-19 dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Toma un momento, vuelve a leer Juan 3.16, reflexiona y dale gracias a Dios, por el más grande regalo que alguna persona pudo alguna vez recibir. ‪#‎LuigiZelote ‪#‎Adhulam



domingo, 13 de marzo de 2016

LA FALTA DE PERDÓN EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE

Proverbios 17.9 
“El que perdona la ofensa cultiva el amor;
El que insiste en la ofensa divide a los amigos”.
El azotó la puerta a su salida 
Y su mirada poseída por el orgullo 
aún ni sabe qué dirección le espera.
Con sus nuevos ojos no entendía el mundo. 
Con un puño cerrado iba apretando el cuello a la cordura 
Respira, respira profundamente.
Vamos deja que el silencio siembre quietud. 
Respira, toma todo el aire que puedas.
El perdón nos invita a negarnos, a examinarnos, somos hijos del perdón. Somos hijos de muchas lágrimas. Él camino se hace largo y el tiempo no sana la herida. Él camina sin querer ver la verdad que tiene escrita en la frente y a cada paso que da, se extravía más.
El mundo sangra su falta de perdón. No es fácil reconocer que nos equivocamos. Es fácil esconder la mano después de arrojar la piedra. La falta de perdón ha destruido familias, ha zanjado distancia de padres a hijos, y aún, entre hermanos en todo el planeta, mientras consumen sus años sin puerto de llegada a la reconciliación.

Dios nos manda perdonar, a ejercitarnos en morir a nuestros egos. Jesús dio su vida y nos dio el máximo ejemplo de perdón. El amor todo lo sufre, todo lo perdona y nunca muere. Algunos pueden caminar con el corazón marchito por falta de perdón. La pregunta es, ¿quién merece el perdón? La respuesta es: ninguno. Así pues hermanos, ejercitemos el perdón dejando que la voluntad de Dios nos cincele. No caminemos el camino largo del orgullo. La Palabra de Dios nos dice: “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4.32). Y “Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial” (Mateo 6.14).

UNA Y OTRA VEZ

Mateo 18.21-22
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete; sino aún hasta setenta veces siete”.
Allí estaba Pedro, tratando de hacer una pregunta aplaudida: “Asu, ¡siete veces! ¡Bien Pedro! tú sí sabes perdonar”; trataba de hacerse el experto perdonador ante los demás ya que no era sólo una, dos, tres veces, eran siete veces que podría perdonar; era bastante humillación ser vapuleado 7 veces, para Pedro (a veces también para nosotros). El Maestro lo bajó: “No Pedro no, no son siete son setenta veces siete”. No Pedro, no estés contándolas: perdona, perdona, perdona, perdona, hasta que te acostumbres a hacerlo. Y de pronto cuando estés habituado no lucharás por saber si debes o no perdonar.
“Ya no más”, nos decimos a nosotros mismos. “Esta si no te la paso”, “es la última vez que me haces sentir así”, “¿hasta cuándo contigo?”. Hay límites para muchas cosas, para otras no; el amar y el perdonar son una de las cosas que no debemos ponerle límites ¿Por qué? Porque Dios nunca lo hará contigo. Dios no deja de amarte, de perdonarte una y otra vez; por más de que superes los errores en setenta veces siete. Aquel que no perdona actúa ser un juez implacable y no logra entender como la otra persona actúa así; nos repetimos: “Jamás yo sería así de inmaduro”, “a cada rato me la hace, se pasó” Nos creemos dueños de la verdad y manifestamos que efectivamente podemos perdonar de todo, menos eso. Bueno, pues, justamente eso es todo lo que tienes que perdonar.
Perdonar es necesario, no sólo por tu paz sino para una relación correcta con Dios “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Marcos 11.25). “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”(Mateo 5.23-24). No te das cuenta pero, cada vez que te niegas a perdonar o pedir perdón, te vuelves prisionero de ese rencor. Y lo más triste, te acostumbras a vivir con eso: podrías pasar semanas, meses, años o quizá toda una vida sin poder saldar las cuentas y siempre tendrás una excusa para no hacerlo. Esa decisión (basada en tu ego) no te permite disfrutar realmente la vida y ¿para qué? Para que al final de un tiempo, puedas lamentarte de que ya no hay más oportunidad, y rogarías volver y perdonar, para disfrutar el tiempo perdido con esa persona. No esperes un después para perdonar. Al fin, ninguno de nosotros sabe que podría suceder mañana.



NUESTRO IMPULSO PARA PERDONAR


Mateo 6.14-15
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.
Cuenta la Biblia de un hombre que le debía mucho dinero al rey, este hombre compareció ante el rey y le rogo que le pudiera perdonar la deuda, el rey movido a misericordia le condonó la deuda. Un tiempo después este hombre se encontró con un consiervo suyo que le debía una poca cantidad de dinero y le rogó que le condonara la deuda, pero no quiso y lo echo en la cárcel. El rey se enteró de esto y lo llamó ante su presencia y le recriminó por su actitud. Luego lo castigó (Mateo 18.21-32).
El perdonar no es algo sencillo, es una de las cosas más difíciles de hacer. Perdonar es difícil por el dolor que sentimos, por lo que nos hicieron, por el sentido de venganza que guardamos contra esa persona y sobretodo porque nuestro orgullo nos impide dar el primer pasó y ser los primeros en pedir perdón aun cuando la otra persona sea la culpable. Humanamente es casi imposible el pedir perdón, pero… ¿hay alguna manera de hacerlo?
Efesios 4.32
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
Nuestro impulso para hacerlo debe ser tener en mente el ejemplo de Jesús. Si hay una persona a quien nadie le hubiera reprochado el no perdonar quizás sería Él. Fue acusado de algo que no cometió (se lo inventaron), se burlaron inmisericordemente, lo golpearon al punto de dejarlo casi desfigurado, sus amigos lo abandonaron. Sin embargo, nada lo detuvo, no hubo ningún resentimiento en Él, fue a la cruz para dar su vida por nosotros y sufrió más que ninguna otra persona en la historia. Y es sólo a través de Él que nosotros podemos perdonar. Nadie dice que será fácil, sobre todo con la cicatrices que quizás tengas marcadas en el corazón, pero es el mejor camino… Quítate ese peso de encima, déjalo en manos de Dios y no sigas acumulando rencor en tu corazón… ¿Lo harás?


Devocional: Músculo tallado

Cuidar lo que es de otro es el mejor camino para aprender fidelidad.
Moisés cuidaba las ovejas de su suegro mientras ellas hacían el meeeeee de rigor y David con arpa en mano hacía lo mismo con unas cuantas de su padre. El último era más joven que el primero y ninguno pensaba en los beneficios, sólo en servir fielmente aquí, allá y ahora. No era fácil para ellos y no debe serlo para nadie. Lo fácil no cuesta y lo que cuesta, vale. La fidelidad es la piedra angular del carácter por eso su precio vale en oro.

Moisés no tenía un doble o escondido interés con su suegro. David no jugaba a la maquinación de “hago esto para ver que saco”. ¡Ellos tenían escrúpulos! Moisés no soñaba ni a medias ser el libertador de nadie y David nunca se alucinó bajándose gigantes. Ambos hacía lo que debían hacer: cuidar lo que se les había confiado.

Filipenses 2.3-4: “Nada hagan por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.

Defender lo que no es tuyo, vigilar con ojos bien abiertos lo que no te pertenece es la prueba diaria para formar un corazón fiel. Desarrollar ojos de dueño, dando la vida por aquello que se te ha hecho responsable, y que no puedes meterle mano porque sencillamente no es tuyo es un sano ejercicio. Sólo eres un administrador, el guachimán incansable en el que Dios, un pastor, un padre o madre, un jefe de trabajo, un profe, etc. confían a ojo cerrado.

Es cierto, al hombre fiel le espera la recompensa, pero a él no le mueve la recompensa. Le mueve el amor. Y el amor lo hace fiel. ¿Amor a quién? Amor a su prójimo, amor a quien sirve, amor a quien lava los pies. El Maestro de Nazaret lo definió así: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12.31). Y eso incluye también lo que posee. Abre tus ojos, la fidelidad a uno mismo no existe. Repasa, Josué sirvió a Moisés, Eliseo a Elías, Samuel a Elí, David a Saúl, Pedro a Jesús y Jesús a los hombres, y esto es figura repetida en toda la Biblia.

¿Cuidas lo que tu pastor te ha confiado? ¿Cuidas las cosas que no te pertenecen como si fueran tuyas? ¿Cuidas las ovejas que se te han confiado? David no tenía la ambición existencial de que “algún día las ovejas serán mías”. Eso es una bazofia. La parábola de los talentos de Mateo 25 no funciona sin fidelidad y en la presencia de Dios no transitará ningún repulsivo interesado. La fidelidad es un músculo que se talla en tu corazón cuando sirves, cuando tomas la toalla y lavas los pies de quien sirves. Ese es el camino del verdadero discipulado.

¿Qué te une a Dios? ¿Sencillamente el amarlo o las bendiciones que te puede dar? ¿Qué te une a tu padre? ¿El estar con él o el ir tras lo que tiene? ¿Qué te une a tu pastor? ¿El cuidar las ovejas o el interés de aprovecharte de la posición que te ha confiado? Lo tienes que sopesar. En Lucas 12.42-43 el Señor textualmente dice: “¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé la ración? 43 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.” No tomes lo que se te ha confiado, ni presumas, no es tuyo, sólo cuídalo. Reinvindica lo ajeno y verás que Dios jamás se olvida de un corazón fiel. Él ya tiene bajo siete llaves lo que es tuyo.

Bendiciones totales,

Raul Zetta

domingo, 6 de marzo de 2016

NO BAJES EL RITMO


1 Corintios 15.58
“Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano”.
Cuando empezamos algún proyecto nuevo o volvemos al trabajo luego de unos días de descanso por vacaciones; cuando entramos en una etapa distinta en nuestra vida o comenzamos un nuevo ciclo en nuestros estudios, nuestra intención siempre es la de dar lo mejor. Nos esforzamos por mejorar día a día, cumpliendo cada objetivo que nos trazamos… sin embargo, no somos capaces de mantener el ritmo. La rutina, el cansancio, la falta de motivación, los problemas, las cosas que faltan, y muchos otros factores hacen que poco a poco soltemos el freno del acelerador y ya no avancemos con tanto ímpetu como antes.
Lo mismo es en nuestra vida espiritual. Empezamos en el camino de la fe con el deseo absoluto de revolucionar el mundo, de compartir con otros esa noticia que fue capaz de cambiar nuestra vida. Nuestro corazón se vuelve sensible ante las necesidades de otros, y a desear trabajar de inmediato para el Señor. Le dices a Dios que use tus manos, tus pies, tus labios, todo tu cuerpo para hablar a otros de Él. Pero pasan los días y ya no es lo mismo. Algo empieza a bajarte las revoluciones. Y esto no sólo es de ahora, los primeros cristianos además de ser considerados como los raros y excluidos de la cultura de su tiempo, fueron abrumados con dudas, decepciones y frustraciones; y aun así se mantuvieron firmes. ¿Creen que eso no los afectaba? “Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6.10). Sabían que su trabajo para el Señor y la forma de conducirse ante otros no les iba a suavizar las cosas, sino a ponerlas más apretadas. “No nos cansemos pues de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no nos damos por vencidos” (Gálatas 6.9). “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4.7-8). Con todo eso, nada fue impedimento para ser usados por el Espíritu Santo y cumplieron con creces su misión de llevar el Evangelio a todo el mundo.
Nunca nadie dijo que trabajar para el Señor sería fácil. No lo es. No lo fue antes, y no tendría por qué serlo ahora. Cuando perteneces a Cristo y deseas trabajar fervientemente para Él, tienes que entender algo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó como soldado… El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.” (2 Timoteo 2.4, 6). Necesitamos entender que sin sacrificio no hay recompensa. Que si quieres obtener algo, tienes que soltar algo que está de más. Tienes que decidir. No hay nada más gratificante que terminar tu jornada, exhausto, sirviéndole a Él. Perderte y privarte de cosas (muchas veces innecesarias), sabiendo que tu vida alienta a la de otros; entendiendo que por Su misericordia, Él transformó algo que no tenía valor para hacerlo luz y sal en este mundo. ¿Por qué no? ¿Por qué no decidirte a sudar la camiseta por Él para que al terminar tu paso por este mundo, puedas estar confiado en presentarte ante tu Creador, esperando recibir lo que Él tiene reservado para ti? “Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman” (1 Corintios 2.9). ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam


SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS

#‎Discípulo 

1 Corintios 15.58
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.

Se cuenta la historia de un pastor que tenía una pequeña iglesia cuyos miembros consistían en siete ancianas y eso fue por años, tal es así que una por una se fueron muriendo hasta que el pastor se quedó solo y desanimado junto a su esposa y a su pequeño hijo. Sin embargo, luego de lo sucedido Dios quien siempre estuvo trabajando en favor de su Iglesia (aunque no se veía), hizo que aquella Iglesia empezara a florecer. Dios estaba probando su carácter. La Biblia cuenta de siervos de Dios que sudaron literalmente sangre, sudor y lágrimas y sin embargo en algunos casos, su ministerio demoro en despegar y en otros, nunca lo hizo. Incluso si se midieran las cosas por resultados como lo que hoy muchos buscan, podríamos concluir que el ministerio de Jesús fue un total fracaso pues no se vieron “grandes” resultados, pero sabemos que no fue así. El mundo busca resultados inmediatos y exitosos, Dios busca carácter y fidelidad.

Muchas veces nos desanimamos como aquel pastor que dirigía a un grupo de ancianas porque sentimos que ponemos todo de nuestra parte y pareciera que nuestro fruto no aparece. Muchas veces damos todo en un ministerio y parece infructuoso todo lo que hacemos. Al no ver resultados, nos afligimos. Lo cierto es que para Dios un día es como mil años, Dios mira el tiempo de manera diferente que nosotros, Él no anda preocupado por los frutos como un asunto primario, sino Él prueba tu carácter para formarlo de modo que la fidelidad y la paciencia se haga parte de tu vida. Él conoce absolutamente todo lo que haces por Él y sabe de la sangre, el sudor y las lágrimas que has puesto para que la obra avance, solo quiere que tengas paciencia y paciencia es carácter.

La Biblia dice: “A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas (Hebreos 6.2). Discípulo, persevera, sigue adelante, sigue en la lucha porque Dios conoce a los suyos y los está formando para dar fruto en su tiempo. Recuerda que la paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces. Sigamos trabajando arduamente y en el tiempo estipulado por Dios y los resultados llegarán. No te quedes a mitad del camino. Esfuérzate y se valiente, y grábate esto en la cabeza: “Tu trabajo en Dios NO es en vano” 

‪#‎LuigiZelote ‪#‎Adhulam



miércoles, 2 de marzo de 2016

YO CONOZCO TUS OBRAS

#‎JesusSubte 
Apocalipsis 2.2

“Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos".
Dios, Tú conoces nuestras obras y nada es oculto ante ti Señor. Qué pues podemos esconder de tu Presencia. Si Tú nos mandas ser esforzados y valientes, pero ¿realmente podríamos decir que estamos dando todo por tu Evangelio? Esa pregunta retumba fuerte, se hace eco, me invade como el silencio de la madrugada”.

Sinceramente nos acostumbramos mucho a vivir para nosotros mismos, aún cuando Jesús mismo dice que “el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará” (Mateo 16.25). Empezar a darle a Dios lo mejor es una ruta de aventura extrema, una carrera de largo aliento, una maratón. Uno empieza el trote de a pocos por el camino y cuesta cada paso pero nuestro Dios jamás prometió un camino cómodo sino todo lo contrario. El texto me trae a la mente a muchos mártires y padres de la Iglesia que dieron su vida por el Evangelio. Saber eso, me inspira cada vez que atravieso alguna tribulación, su Espíritu me ayuda a no desmayar en mi vida diaria, me confronta y me alienta.


Hermano, sigamos caminando el camino menos transitado anunciando la Verdad que nadie quiere escuchar cantando a quienes hacen oídos sordos. Trabajemos predicando y defendiendo el Evangelio de cualquier nueva tendencia y pensamiento actual globalizado. ¡No te desalientes! Dios sabe todo lo que has dejado atrás por Él, Él conoce lo que haces, Él conoce tu esfuerzo y tú no tengas en poco lo que estás haciendo por más que ahora no veas los frutos. Sigue caminando hacia la meta, “al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3.14) como lo hizo Pablo. En la medida en que trabajamos arduamente para Él, es en esa medida que Dios mismo seguirá trabajando arduamente en cada uno de nosotros mediante su Palabra. ‪#‎CharlieP ‪#‎Adhulam