Romanos
10.14-15
“¿Cómo,
pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuan hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
Era
una dura batalla. Los persas habían jurado que, tras vencer, irían a Atenas a
saquear la ciudad, torturar a las mujeres y sacrificarlas junto a los niños. Al
conocer esto, los griegos decidieron que si las mujeres de Atenas no recibían
la noticia de su victoria antes de 24 horas desde el inicio del día, serían
ellas mismas quienes matarían a sus hijos y luego se suicidarían. Los griegos
ganaron la batalla, pero les llevó más tiempo del esperado, así que corrían el
riesgo de que sus mujeres ejecutasen el plan. Filípides, un soldado griego,
después de haber estado combatiendo un día entero, tuvo que recorrer una
distancia de unos 40 Km. para dar la noticia. Tomó aquel guerrero tanto empeño
en llegar veloz a su destino que cuando llegó, cayó agotado y, antes de morir,
sólo pudo decir una palabra: "Niké" (que significa: Victoria). Este
joven solo tenía una misión que cumplir: llevar la noticia de la victoria. Y no
le importó el precio a pagar: su propia vida. ¿Crees que valió la pena?
Una
vez que decidimos entregar nuestra vida a Jesucristo, a muchos de nosotros se
nos queda muy ligera la carga y nos quedamos cómodos con lo que nos toca:
Aprender y fundamentar nuestra Fe. Jesús sabía que eso no era el sentido de
autodenominarse su discípulo. En Lucas 10 y Mateo 11 se menciona como Jesús
(aún mientras estaba con ellos) organizaba y enviaba a los discípulos a
compartir lo que veían y aprendían con personas cercanas a ellas. Era algo
esencial para Él hacer que sus seguidores no piensen que estarían siempre a Sus
pies. Y como cereza en la torta, la Gran Comisión se menciona 5 veces (Mateo
28.19, Marcos 16.15, Lucas 24.47, Juan 20.21, Hechos 1.8). Debería ser
imposible pasar por alto un mandato que está repetido tantas veces por
Jesucristo, y aún seguir llamándonos cristianos. Posiblemente pensarás que ese
mandato solo está para personas que tienen el talento para ello (para eso hay
misioneros ¿no?); eso no pensaron los primeros cristianos; ellos iban a sus
amigos y vecinos, y compartían su fe; ellos no se pusieron a ponerse rótulos
para decidir si salían o no, si tocaban la puerta de al lado o no, ellos
entendieron a cabalidad lo que Cristo mando que sean: misioneros informales.
¿Cuánto
de tu tiempo has destinado para acercarte a casa de algún familiar o amigo que
tiene su vida atrapada en el pecado? ¿Cuánto del desgaste de tus zapatillas se
deben a que caminaste por buscar su casa? ¿Cuánto de tu saldo de teléfono
consumiste por poder relacionarte con alguien invitándola a salir con la
finalidad de compartirle tu fe? ¿Cuándo fue la última vez que invitaste a
alguien a la Iglesia? ¿Qué tan recientemente compartiste esa fe, que dices tú
ser la Única Verdad? Muchas de esas personas no creen que su vida está
condenada al infierno, tú sí lo sabes; y ese debiera ser un factor importante
para llevarle el Evangelio y no quedarte cruzado de brazos y piernas esperando
sólo a que sea el momento de que Cristo llegue a su vida. Si no lo has hecho,
pues es porque para ti no es una prioridad; porque posiblemente no entiendas lo
que eso pueda significar. Para Jesús era lo más importante de todo. #DanielJ
#Adhulam
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