jueves, 21 de abril de 2016

APURANDO EL PASO

Romanos 10.14-15
“¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”

Era una dura batalla. Los persas habían jurado que, tras vencer, irían a Atenas a saquear la ciudad, torturar a las mujeres y sacrificarlas junto a los niños. Al conocer esto, los griegos decidieron que si las mujeres de Atenas no recibían la noticia de su victoria antes de 24 horas desde el inicio del día, serían ellas mismas quienes matarían a sus hijos y luego se suicidarían. Los griegos ganaron la batalla, pero les llevó más tiempo del esperado, así que corrían el riesgo de que sus mujeres ejecutasen el plan. Filípides, un soldado griego, después de haber estado combatiendo un día entero, tuvo que recorrer una distancia de unos 40 Km. para dar la noticia. Tomó aquel guerrero tanto empeño en llegar veloz a su destino que cuando llegó, cayó agotado y, antes de morir, sólo pudo decir una palabra: "Niké" (que significa: Victoria). Este joven solo tenía una misión que cumplir: llevar la noticia de la victoria. Y no le importó el precio a pagar: su propia vida. ¿Crees que valió la pena?

Una vez que decidimos entregar nuestra vida a Jesucristo, a muchos de nosotros se nos queda muy ligera la carga y nos quedamos cómodos con lo que nos toca: Aprender y fundamentar nuestra Fe. Jesús sabía que eso no era el sentido de autodenominarse su discípulo. En Lucas 10 y Mateo 11 se menciona como Jesús (aún mientras estaba con ellos) organizaba y enviaba a los discípulos a compartir lo que veían y aprendían con personas cercanas a ellas. Era algo esencial para Él hacer que sus seguidores no piensen que estarían siempre a Sus pies. Y como cereza en la torta, la Gran Comisión se menciona 5 veces (Mateo 28.19, Marcos 16.15, Lucas 24.47, Juan 20.21, Hechos 1.8). Debería ser imposible pasar por alto un mandato que está repetido tantas veces por Jesucristo, y aún seguir llamándonos cristianos. Posiblemente pensarás que ese mandato solo está para personas que tienen el talento para ello (para eso hay misioneros ¿no?); eso no pensaron los primeros cristianos; ellos iban a sus amigos y vecinos, y compartían su fe; ellos no se pusieron a ponerse rótulos para decidir si salían o no, si tocaban la puerta de al lado o no, ellos entendieron a cabalidad lo que Cristo mando que sean: misioneros informales.


¿Cuánto de tu tiempo has destinado para acercarte a casa de algún familiar o amigo que tiene su vida atrapada en el pecado? ¿Cuánto del desgaste de tus zapatillas se deben a que caminaste por buscar su casa? ¿Cuánto de tu saldo de teléfono consumiste por poder relacionarte con alguien invitándola a salir con la finalidad de compartirle tu fe? ¿Cuándo fue la última vez que invitaste a alguien a la Iglesia? ¿Qué tan recientemente compartiste esa fe, que dices tú ser la Única Verdad? Muchas de esas personas no creen que su vida está condenada al infierno, tú sí lo sabes; y ese debiera ser un factor importante para llevarle el Evangelio y no quedarte cruzado de brazos y piernas esperando sólo a que sea el momento de que Cristo llegue a su vida. Si no lo has hecho, pues es porque para ti no es una prioridad; porque posiblemente no entiendas lo que eso pueda significar. Para Jesús era lo más importante de todo. ‪#‎DanielJ ‪#‎Adhulam

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