domingo, 28 de febrero de 2016

NO A LAS FORMAS, SI AL FONDO


Jeremías 6.16
“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”.
Cuando era niño recuerdo como eran las Iglesias aquí en Lima, en ese tiempo no había internet y era un poco complicado enterarse de lo que pasaba alrededor del mundo. Me viene a la memoria ese tiempo pues como yo lo veía, la iglesia aun no se había impregnado de la corriente del mundo de una manera masiva. Seguía siendo una iglesia que buscaba en lo básico del asunto, es decir, alabanzas, oración, predicas, comunión, el fondo de las cosas, sin nada ostentoso, sin nada más allá de cómo debían de ser las cosas. Recuerdo una iglesia en particular que plasmaba esto de manera vivida, una pequeña iglesia en Bocanegra en el Callao donde fuimos a visitar con mi pastor. Ellos cantaban a Dios con todo su corazón usando sus instrumentos bien básicos y sus voces se elevaban al cielo como un coro de ángeles. Aquella misma experiencia la viví en otras iglesias de la sierra del Perú donde tuve la oportunidad de estar. Pero algo fue cambiando en muchas iglesias para este último tiempo.

Empezaron a surgir iglesias que no se centraban en el mensaje de la Palabra de Dios, ni en lo que Dios quería hacer con ellos, dejaron el mensaje, tomaron la misma Biblia y la hicieron a un costado. Se empezaron a dejar guiar por el lado más visual del asunto. La cosa se fue desviando más y más y se pensaba que mientras más vistoso fuera el culto, a más personas se podría atraer. Surgieron iglesias para determinado tipo de personas o tribus urbanas como si Dios hiciera acepción de personas, un legalismo al revés por un lado, y por otro, los que predican doctrinas erróneas y montan todo un espectáculo para entretener a los cabritos, hasta con publicistas incluido, que brindas sus servicios a las iglesias. ¿Hasta dónde hemos llegado?

Cuando Jesús caminó por este mundo nunca montó un espectáculo, todo lo hacía de manera discreta y sencilla para no llamar la atención de las multitudes, todo lo contrario a lo que sucede hoy en día. Dios no necesita que le demos “una manito” en la manera de hacer su obra, solo basta ver a la Iglesia de los Hechos y como ellos estaban bien arraigados a lo que decía la Escritura, se edificaban y crecían con la ayuda de Dios. Como dice el texto bíblico al principio, regresemos a las sendas antiguas, sin buscar ser populares para los hombres. Vivamos la sencillez del Evangelio en las casas: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2.42, 46-47). Esto es la senda antigua para la Iglesia del Nuevo Testamento. Sin tantas formas pero sí, con mucho fondo


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