En Lamentaciones
podemos ver el corazón del profeta Jeremías quien usa la poesía, para derramar
su corazón delante de Dios y mostrar el dolor que sentía por la caída de
Jerusalén, a pesar de haberles advertido al pueblo sobre la inminente
catástrofe que se avecinaba, hasta el final el pueblo se empecino en su pecado
y no mostró
muestras de arrepentimiento, hasta que no hubo marcha atrás y la
ciudad cayo.
Luego de hablar en
forma desgarradora en los dos primeros capítulos sobre el castigo que le toco a
Jerusalén por su idolatra, Jeremías abre de par en par su corazón y este tercer
capítulo le cuenta a Dios como se siente ante todo lo acontecido.
Jeremías comienza
recapitulando como a través del todo el tiempo de su profecía ha sido objeto de
burla por parte del pueblo, muy a pesar de su deseo de que se salven, solo
recibió por parte de ellos escarnio y quebranto de huesos.
En los siguientes
versos recapacita y entiende que Dios tiene todo en control y proclama uno de
los más hermosos versos del libro
Por la
misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias.
Nuevas
son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Mi
porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
Luego en la última parte del capítulo Jeremías pide
venganza para con sus enemigos, que Dios se pronuncie sobre ellos por su maldad
y les de lo que merecen.
Jeremías no la paso nada bien, el hacer la voluntad de
Dios le costó bastante y a pesar de que a veces como todos alguna vez, pensó
echarse para atrás, entendió que tenía una misión y que Dios estaba con él.
Comprendió que cada mañana Dios renueva sus misericordias y que con Dios cada
día es una nueva oportunidad para vivir.
¿Cuántas veces hemos sentido que ya no podemos más?,
que nada sale bien y que queremos mandar todo a volar, que Dios demora
demasiado y ya no queremos esperar…. A
veces viendo lo que pasaron los profetas nuestros problemas parecen
insignificantes.
Dios no es de ojos ciegos a lo que nos sucede, sabe
por lo que pasamos y sabe cuándo enviara la respuesta o la salida que buscamos,
pero en su Palabra nos hace ver que su misericordia nunca decayó, así que
podemos decir como el salmista…. Alma mía
espera en Jah, porque aun he de alabarle, mi salvación y mi roca.
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