lunes, 14 de enero de 2013

Vania Masias habla con El Comercio

Enérgica, positiva, dulce y bien peruana. Vania Masías Málaga, la primera bailarina de Ballet del Teatro Municipal, es una mezcla cultural. Tenía solo 17 años cuando seducía con su danza clásica a un público muy selecto de la ciudad de Lima. Hoy, 12 años después, es directora de la compañía de espectáculos D1 Dancey conquista a todos los peruanos, sin distinción alguna, con un elenco que lleva todas las sangres y ritmos del Perú.
Estudió en el colegio Villa María y Economía en la Universidad del Pacífico. Su condición social acomodada no la limitó a ver qué había más allá y descubrió que en la otra orilla, en el arenal, los ritmos y danzas también se bailan de manera natural.
Fue su compromiso con la excelencia lo que la llevó a emprender un proyecto social muy valioso, donde jóvenes y niños acróbatas de la calle encuentran una oportunidad para demostrar su talento en nuevos escenarios y donde el aplauso los reivindica.

Vania le tiene un rechazo a la política muy fuerte. Ella prefiere aportar a nuestro país desde la danza. Por eso renueva en las próximas Fiestas Patrias el espectáculo “Mezcla!?, que cautivó en el año 2007. Con más de sesenta actores en escena, nos habla nuevamente sobre la diversidad e integridad cultural que los peruanos necesitamos para salir adelante como país.

Por Ángelo Condemarín Campos
Fotos: Ricardo Reátegui
En una entrevista previa dijiste que asociabas la riqueza del Perú con un gallito de las rocas o Tunqui ¿Por qué?
El gallito de las rocas es el símbolo de la variedad en el Perú. Lo he seguido muchísimo cada vez que voy a la selva tropical y es riquísimo ver cómo te encuentras con aves de esta especie. Yo traslado esa diversidad no solo a la fauna y a la flora que tenemos como país sino también a la danza. ¿Sabías que Perú viene de la palabra ‘pirú’, que quiere decir almacén del mundo? Somos un almacén. Si el mundo se viene abajo, el país que debería de sobrevivir es el Perú, porque tenemos toda la variedad de especies que puede reconstruir el mundo nuevamente. Esa diversidad es la que nos hace ricos en un montón de aspectos como el cultural, que va desde la comida, la danza y hasta la manera de ser de la gente. El tener esa variedad es lo que nos da la riqueza.

Dices que si el mundo se viene abajo, el país que sobreviviría es el Perú. ¿Qué valores consideras que los peruanos hemos olvidado y que son superimportantes para crecer como nación?
El compromiso con la excelencia y el respeto hacia el resto. En el Perú existe esta ley del ascensor: tú te bajas para yo subirme. Te chanco para levantarme. Lo vemos mucho en la política. No está la idea de que todos juntos debemos ir hacia arriba. Las naciones fuertes, si te das cuenta, son países en donde todos van creciendo juntos. Es decir, un empresario es más exitoso si al otro empresario le va mejor, porque así ambos van a tener una imagen más positiva como país en el exterior. Eso es algo que nos falta acá. Otro valor en escasez es la puntualidad y los buenos hábitos para manejar en Lima.

Todos debemos ir hacia arriba. ¿Es así como surgió la idea de hacer una empresa social donde acróbatas de la calle se convierten en estrellas que tienen un trabajo digno?
La idea de hacer una empresa social ya venía un poco de la universidad. Yo estudié Economía en la Universidad del Pacífico y siempre me relacioné mucho a los temas sociales. Cuando regresé de Londres conocí a unos chicos que hacían acrobacias en la calle. Luego que indagué, supe que había muchos de estos chicos en el distrito de Ventanilla. Por coincidencia pasaron un reportaje en una canal y allí descubrí a estos chicos llamados “Los Ángeles de Arena", que son cuatro chicos que ahora son independientes y tienen su propio grupo. Los contacté e hicimos un video para que se promocionen. Les pregunté cuántos chicos más había y me dijeron que eran como setenta. Entonces hice una audición en Mi Perú de donde saqué a cuarenta chicos y así nació el proyecto D1 Dance, que es la compañía.

¿Cuál es el trabajo que hacen?
D1 Dance produce espectáculos. En ellos hay miembros que han salido de la escuela del proyecto social Ángeles D1. Lo que hacemos es darle la oportunidad a un grupo de jóvenes que antes hacían acrobacias en las calles y decirle a la sociedad que sí se puede.

¿Qué es lo que aporta al Perú el proyecto social de Vania Masías?
La posibilidad de soñar. Nuestra misión es la transformación social a través de las artes escénicas y nuestra visión es crear líderes de cambio. Tal vez no estamos haciendo mucha masa, no te puedo decir que tengo a 400 chicos que han pasado por el programa aún, pero sí te puedo decir que son como sesenta y que el objetivo es que cada uno de ellos proyecte a sesenta más y que sean líderes.
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El próximo 14 de julio se reestrena “Mezcla" en el Centro Cultural Peruano Japonés, en el que se habla sobre la diversidad e integridad social en nuestro país ¿Qué cosas nuevas trae el espectáculo? 
Este año hay más mezcla porque estamos poniendo más de todo. Hay una nueva dirección de arte, el vestuario y la escenografía son completamente nuevos, la música y coreografía están mucho mejor trabajadas. Y ahora tenemos dos cantantes, ya no uno. En esta mezcla también tenemos una oda al tráfico limeño donde hay una canción con una letra increíble y donde reflejamos el tráfico con la danza.

Hay una especie de reto y desafío entre las danzas que vemos en “Mezcla". ¿De qué se trata esta competencia?
Tenemos dos batallas fuertes. La primera se da entre el ballet clásico y el break dance, y entre el jazz versus las acrobacias y el hip hop. Y la segunda es de zapateo flamenco con afro peruano. A final te das cuenta que si unes todos estos elementos, se logra una coreografía mucho más fuerte y poderosa. Todo eso con puro talento peruano
No tenemos ningún extranjero en escena y el espectáculo es muy bueno, que la mejor prueba de que tenemos mucho talento acá y aún mejor si es un talento que empezó en las calles de Ventanilla hace tres años.

¿Qué es lo que quieres representar? 
Se trata de una historia de amor entre un chico de Ventanilla y una chica de San Isidro. Se instala un conflicto que se genera por esta distancia social que se ve mucho en nuestra ciudad. Lima es una capital que se va a extremos: es una clase alta muy alta o es una clase baja muy baja y en las que no hay una cosa en común. “Mezcla" te da el mensaje de que sí hay cosas en común que los abajo y los de arriba no se atreven a hablar y a decir. Entonces la obra es una manera de criticarnos y de reírnos de nosotros mismos como sociedad. También ponernos a reflexionar que si de verdad ‘nos mezclamos’ o ‘nos unimos’ podemos ser más fuertes y podemos hacer cosas más interesantes.

¿Piensas descentralizar “Mezcla" y llevarla al interior del país? 
Nos estamos yendo en agosto a Arequipa, Trujillo y estamos por confirmar Cusco.

¿Cuándo vamos a ver “Mezcla" en el extranjero?
Todavía no se tiene nada concreto. La idea es hacer provincias y luego salir fuera. Hasta ahora las miras son Chile y Colombia, donde existen posibilidades. Estamos en conversaciones.

Fuiste elegida por el Circo del Sol como personaje potencial para la obra ‘Love’ que se realizaría en honor a los Beatles en Las Vegas ¿Qué pasó con esa oferta profesional?
Ya había empezado el proyecto D1 Dance y me llamaron del Circo del Sol para que haga una audición en Londres. Fueron tres días. Pase la primera ronda entre 300 participantes, luego la segunda y la tercera. Empezábamos a las nueve de la mañana y terminábamos a las siete de la noche, sin descanso. La gente se desmayaba. Fue la audición más fuerte en mi vida. El tercer día quedaron solo seis personas y finalmente escogieron a dos, un chico de Uganda y yo. Nos dieron el contrato como personaje potencial para este show y me dijeron que para entrar necesitaban que vuelva a hacer acrobacia, y yo no hacía acrobacia desde hace mucho tiempo. Me pidieron que mande un video, pero luego el proyecto social que tengo se fue haciendo más grande y jamás lo mandé.
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Empezaste a los 17 años a deleitar a un público amante del ballet ¿Qué aprendiste en esa época y ahora con los jóvenes con los que trabajas en el proyecto social?
Para mí, no hay labor más difícil que ser una buena primera bailarina. Los roles de ballet clásico, sin cambiar la coreografía, es una de las cosas más difíciles a nivel físico, emocional y personal. El reto que te pone un rol de esa magnitud es más grande de lo que cualquiera se pueda imaginar. Creo que eso me dio mucha disciplina.
¿Qué he aprendido de ellos? He aprendido una realidad totalmente distinta a la mía. Limitaciones que nunca me imagine. Muchos de estos chicos han aprendido por sus propios medios a hacer acrobacia. Yo he sido acróbata y recuerdo lo difícil que era, estando en el Regatas, en el mejor piso y con los mejores profesores. Imagina aprenderlo en arena. ¿Te das cuenta? No existen límites. Los chicos con los que trabajo tienen una fuerza para salir adelante increíble. Con ese motor en la vida puedes hacer lo que quieras. Vamos para adelante.

¿Crees que los peruanos realmente nos estemos reconciliando?
Sí lo creo. No podemos ser ciegos a eso. Hay mucha crítica, falta de respeto, pero poco a poco estamos sacando la cabeza. Tenemos ejemplos como la imagen de Gastón Acurio en la gastronomía, de Sofia Mulanovich en el deporte, de Juan Diego Flores, y Gian Marco, la labor que hace Susana Baca y Eva Ayllón. La cara del Perú está cambiando. Se siente mucho. Hay otro ‘feeling’, ganas de hacer, crear. El Perú es un país donde hay todo por hacer y debemos de perder ese lastre de “papá gobierno ven y soluciónanos la vida". Si el gobierno no hace nada, nosotros lo hacemos. El peruano es creativo.

¿Qué es lo que más aprendiste de Estuardo Masías, tu padre (campeón master de remo en las Olimpiadas de Roma de 1966 y un próspero empresario)?
Mi padre fue un empresario que empezó de la nada. Se hizo solo. Tiene una gran generosidad humana. Él me enseñó lo que es la responsabilidad social de verdad. No la responsabilidad social por cumplir dentro de una empresa, sino que es algo que no se cuestiona, se tiene que dar.

Si el Gobierno creara un Ministerio del Cultura, ¿aceptarías ser la ministra?
Le tengo un rechazo a la política bien fuerte. No es bueno decir no, pero le tengo poca fe a la política. Siento que puedo hacer mucho más desde acá, transmitiendo un mensaje directamente, de ojo a ojo, de piel a piel.

¿En un promedio de 10 años te sigues viendo dentro de este mismo proyecto?
Dentro de poco, este proyecto va a quedar en manos de los mismos chicos. Ellos se van a hacer cargo y van a tener que tomar la batuta. La asociación cultural la estoy pasando a nombre de ellos para que lo repliquen a lo grande y lo desarrollen aún más. Una de mis filosofías de vida es no aferrarte a nada. Hay que dejar que las cosas sigan su propio curso y si yo me aferro a esto no voy a dejar que crezca y evolucione.

http://blogs.elcomercio.pe/entrevistas/2008/07/vania-masias-mi-padre-me-ensen.html

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