sábado, 3 de diciembre de 2011

Una reflexión de un corazón anhelante por Dios



Mi nombre es Steven y quería compartirles a través de estas líneas lo que significa la oración para mí. La verdad es que sinceramente nunca he sido una persona de oración ya que siempre he sabido que es necesario el orar y buscar a Dios. Sin embargo, cuán complicado se me hacía. Al igual que C.S Lewis, asociaba la oración con sentir algo, pensaba que como no sentía nada, algo andaba mal.

Además, tenía en mi mente que la oración consistía en hacer vanas repeticiones como me habían enseñado mis padres al crecer. Muchas veces me sucedía lo que a los discípulos de Jesús, que no pudieron velar ni siquiera una hora mientras Jesús se fue a orar aparte.

Cuánto anhelo poder ser como David y entender a Dios de la manera en que él lo entendió; David comprendió la profundidad de la oración, cuando estaba molesto lo decía sin temor, cuando estaba triste lo expresaba, presentaba sus quejas ante Dios siendo completamente real. No venia ante Dios con frases trabajadas  o repeticiones vanas ,él no necesitaba sentir a Dios para saber que éste era real. Simplemente sabía que podía derramar su alma delante de Dios, quien lo escuchaba atentamente y lo consideraba un hombre conforme a su corazón.

Ahora que analizo esto,  me doy cuenta de que al orar y acercarme a Dios no debo de tratar de imitar a nadie, tan solo debo de ser yo mismo; presentarme humildemente ante mi amado Creador y derramar mi corazón delante de Él pues estoy seguro de que  ama las oraciones que vienen desde el corazón, un corazón lleno de preguntas y de pasión por hacer las cosas bien. 

Aunque tengo fallas, Dios me ama y eso es lo que más importa y ahora, con su permiso, tengo una cita con mi amado Creador. 

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