El mundo sigue en
cuarentena, muchos de nosotros hemos desarrollado o estamos aun desarrollando
una rutina diaria para tratar de mantenernos ocupados, también estamos
aprendiendo a no creer todo lo que nos dice los medios y a tratar de guardar la
calma en medio de toda esta locura.
Recordé que esta semana
era semana santa, y será la primera vez, al menos que yo recuerde que el mundo
la célebre a puertas cerradas, sin campamentos, sin iglesias físicas, como si
Dios en su gracia nos estuviera impulsando hacia la reflexión.
¿Cómo conectar lo que
sucedió en esa semana hace dos mil años atrás con la situación actual? En la época
en que vivió Jesús también las cosas no andaban muy bien, revueltas por aquí
por allá, corrupción y mucha religiosidad.
Jesús vivió en esa
época e hizo lo que debía hacer, no diluyo su mensaje, fue claro, él era el
médico, la gente estaba enferma del pecado, algunos se daban cuenta, otros no y
quienes se creían santos incitaron a la multitud y finalmente lo crucificaron,
pensaron que habían terminado con El, pero era solo el comienzo.
Hoy en día, el pecado
sigue infectando a las personas, pero Dios, aunque no lo veamos nos ha dado
esta oportunidad de estar en cuarentena, para reflexionar y entender que Jesús
sigue siendo el medico de médicos y quiere que nos acojamos en sus brazos de
amor y le entreguemos nuestras vidas.
¿Quién sabe qué pasará
más adelante? Probablemente regresaremos a nuestras rutinas y nos olvidemos de
todo, porque tristemente el hombre tiene la costumbre de una vez solucionado su
problema, se olvida de Dios y continua con su vida.
Mejor aprovechemos este
tiempo para acercarnos a Dios mientras aún podemos, total no sabemos lo que
vendrá después. No esperemos que sea demasiado tarde, Semana Santa, semana de
reflexión, semana de arrepentimiento. No lo olvidemos.
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