Con escenas dramáticas, el viernes 15 de julio de 2016 por la noche, sectores del ejército turco anunciaron un golpe de estado "para volver a instalar el orden constitucional, la democracia, los derechos humanos y las libertades; para asegurar que el estado de derecho reine una vez más en el país, a fin que la ley y el orden sean reinstalados". En cuestión de horas, 104 de los conspiradores y al menos 161 civiles perdieron la vida, y se estima que 1.400 personas resultaron heridas. El golpe fracasó porque el presidente Erdogan pudo conseguir que casi de inmediato decenas de miles de sus partidarios salieran a las calles para oponerse a los militares rebeldes.
Por la mañana del sábado el presidente Erdogan había anunciado una amplia ofensiva contra un gran número de funcionarios públicos, quienes se perciben como de falta de apoyo sin reservas a él. Erdogan describió el golpe como "un regalo de Alá para nosotros, porque esto va a confluir en una razón para limpiar nuestro ejército", en referencia al papel central que los militares han desempeñado históricamente como guardianes del estado secular de Turquía.
La velocidad con la que Erdogan fue capaz de responder al golpe de estado y anunciar una ofensiva contra la oposición política, ha planteado interrogantes sobre el grado de conocimiento que el presidente pudo haber tenido de este intento de golpe; y permitiendo, no obstante, que éste siguiera adelante a pesar de la probable pérdida de vidas. Particularmente, sigue habiendo dudas acerca de algunas acciones del gobierno: a saber, primero: ¿cómo el gobierno turco fue capaz de bloquear los sitios de medios sociales, tales como Facebook, Twitter y YouTube, casi tan pronto como se dieron a conocer las noticias del golpe el viernes por la noche? Segundo: ¿cómo fue el presidente Erdogan capaz de enviar un mensaje a todos los teléfonos móviles de Turquía en las primeras horas del sábado, instando a la gente a salir a las calles para oponerse a los militares? Tercero: ¿cómo pudo ser que por la mañana del sábado el gobierno fuera capaz de emitir órdenes de detención para más de 6.000 personas, incluyendo numerosos jueces por su presunta participación en el golpe?
Para el miércoles (20 de julio) el gobierno ya había efectuado la acusación de 99 generales y almirantes por su implicación en la trama, la detención de 6.000 soldados, la retención o suspensión de 8.000 agentes de policía, así como el despido o la suspensión de 50.000 empleados públicos. Éstos incluyeron 1.500 personas en el Ministerio de Hacienda, 492 en la Dirección de Asuntos Religiosos, 399 del Ministerio de la Familia y Política Social, 257 en la oficina del Primer Ministro y 100 funcionarios de inteligencia. También fueron despedidos otros 47 gobernadores de distrito y 30 gobernadores provinciales. Sin embargo, la purga más sorprendente fue reservada para las instituciones de enseñanza: con el retiro de las licencias de 21.000 maestros de las escuelas no gubernamentales, el despido de15.200 empleados en el Ministerio de Educación, y la exigencia a las universidades de establecer la renuncia de todos sus 1.577 decanos.
El gobierno ha tratado de justificar esto acusando del golpe a una organización encabezada por Fethullah Gülen (un líder sufí), con sus 3 millones de seguidores. Esta organización tiene una influencia significativa en el poder judicial y la policía, además de manejar una amplia red de programas educativos y medios de comunicación. Gülen era antes un aliado político de Erdogan, suficientemente cercano como para que cualquier persona que lo criticara, fuera susceptible de ser arrestada. Sin embargo, desde 2013 Gülen había emprendido una amarga disputa por el poder con el Partido AK de Erdogan. Por otra parte, es obvio que mucho antes de que ocurriera el golpe, el gobierno de Erdogan tenía que haber elaborado listas de personas para que fueran retiradas de la policía, del poder judicial y del sector de la educación.
La purga de los establecimientos educativos también tiene que ser comprendida en el contexto de los intentos manifiestos de islamizar el programa de estudios que el gobierno de Erdogan ha emprendido desde 2013; incluidos los intentos de "reinterpretar" los principios seculares del fundador de la Turquía moderna, Ataturk, que hasta ahora ha sido enseñado en las escuelas. En otras palabras, el gobierno de Erdogan ha estado involucrado en un proceso que los islamistas denominan "jihad de civilización" – sirve para islamizar a sectores enteros de la sociedad. Esto es un proceso que parece haber sido masivamente acelerado por las purgas que siguieron al golpe militar fracasado. Este es el verdadero golpe de Estado que ahora se ha llevado a cabo.
Desde el mes de mayo de 2016, Barnabas Fund (una misión internacional y cristiana de ayuda) ha estado advirtiendo acerca de una escalada de la crisis entre Turquía y Occidente, que los políticos occidentales parecían ignorar, y que Erdogan ha utilizado varias veces para reforzar su propio gobierno cada vez más autoritario. Barnabas Fund también había advertido, sólo horas antes del golpe, que esta escalada de la crisis podría poner en peligro la membresía de Turquía en la OTAN. Ya el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, había advertido que una represión posterior al golpe de Turquía podría dar lugar a la suspensión de la OTAN; esta alianza requiere que los miembros mantengan la democracia y el estado de derecho. Esto, sin embargo, puede ser justamente la excusa que Erdogan necesita en su intento de reorientar a Turquía de su inclinación hacia el secularismo, y para recrear el liderazgo del mundo islámico anteriormente ocupado por el Imperio Otomano.
En los últimos desenvolvimientos Erdogan ha declarado el estado de emergencia de tres meses, dándose a sí mismo mayores poderes radicales, que incluyen la posibilidad de aprobar leyes y restringir las libertades sin la aprobación del Parlamento. Cualquier persona que lo criticare se unirá indefectiblemente a las cerca de 2.000 personas que habían sido detenidas y encarceladas por esta misma razón, ya antes de que comenzara el golpe. Además, es muy probable que se produzca una represión aún más violenta y de forma más sangrienta a la etnia kurda en el sureste, y a la pequeña minoría de cristianos de Turquía y a los varios miles de refugiados cristianos sirios refugiados en Turquía, que serán aún más vulnerables.
Oremos por esta situación en Turquía y, en especial, por nuestros hermanos en la fe cristiana.
Oremos también por la situación en Francia y Alemania, que se está agudizando cada día más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario