martes, 16 de septiembre de 2014

¡No tendrás dioses ajenos!



Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:2-3).

Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos (Salmo 96:5).

El pueblo de Dios (los descendientes de Abraham) había sido cautivo en Egipto bajo la opresión del Faraón. Eran esclavos duramente explotados, que estaban llenos de amargura; y angustiados por un decreto del Faraón de matar a todos los hijos varones recién nacidos. Dios vio su angustia en esta situación desesperada e intervino para librarlos por medio de milagros extraordinarios bajo el liderazgo de Moisés. Afablemente Dios los protegió hasta que estuvieron completamente en libertad, cuando sus opresores se ahogaron en el Mar Rojo y ellos se encontraban fuera de Egipto (Éxodo 14).

Inmediatamente después, el pueblo cantaba alegremente y adoró a Dios que lo salvó de la opresión y la esclavitud (Éxodo 15).

El primer mandamiento, de los diez que Moisés recibió cuando estuvo en la presencia de Dios, está relacionado con el culto debido a Dios: "No tendrás dioses ajenos delante de mí". ¿Por qué Dios tenía que remarcarlo? Este único Dios que acababa de librarlos con poder, ¿no habría de cautivar el corazón de cada uno de los que había salvado de la esclavitud?

Muy por el contrario. Cuando Dios dio en el monte Sus mandamientos a Moisés, en las llanuras, la gente formó un ídolo, un becerro de oro, ¡la imagen de un dios egipcio para adorarlo!

Para nosotros, hoy el simbolismo es bien simple. Egipto significa la esclavitud del pecado, el mundo que nos oprime con su dureza, nos seduce con sus deseos, nos une con sus ídolos y nos destruye con sus adicciones. Faraón representa al diablo, el príncipe de este mundo.

No obstante, Dios ha intervenido por nosotros abriendo un camino de liberación mucho más maravilloso que el del pasado mencionado arriba: es simplemente a través de la fe en Jesucristo, Su Hijo unigénito muerto en la cruz por nuestras transgresiones y resucitado al tercer día para darnos vida eterna. Si una vez estabas comprometido por medio del nuevo nacimiento (Juan cap. 3), si Jesús te ha salvado, ¿qué es lo que ahora estás adorando? ¿Quién es tu Dios de verdad? Fuente: La Buena Semilla; Redacción: VM-Ar

Al conocer y observar al cristianismo occidental, podemos - y deberíamos - preguntarnos: ¿A dónde ha llegado el cristianismo de la actualidad? Viviendo en “libertad” y “democracia”, ¿cuáles son los dioses que hoy adoramos? Aarón, a pedido del pueblo, hizo el becerro de oro. ¿Quiénes son los “Aarones” de hoy que nos seducen? ¿Y qué del dios del islam? ¿Qué de los dioses de las religiones; o el ocultismo, el comunismo, la evolución...? ¿Nos damos cuenta de la confusión, o estamos viviendo en el error?

Y ¿qué de la amenaza de distintas dictaduras en formación, como la dictadura de la Unión Europea, la dictadura de un comunismo mundial disfrazado dentro del llamado nuevo orden mundial, o la amenaza del islam que está expandiéndose a pasos agigantados? ¿No será que, como cristianos, nos hemos apartado de las verdades bíblicas, adorando a “becerros de oro”, en vez de al Dios de Abraham, el Dios único y verdadero?


No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo, Jehová tu Dios, soy Dios celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (Éxodo 20:4-5).

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