miércoles, 19 de septiembre de 2012

Dios y los Ídolos (Isaias 44:6-20)


El Señor y los ídolos

»Así dice el Señor, el Señor *Todopoderoso,
    rey y redentor de Israel:
“Yo soy el primero y el último;
    fuera de mí no hay otro dios.
¿Quién es como yo?
    Que lo diga.
Que declare lo que ha ocurrido
    desde que establecí a mi antiguo pueblo;
que exponga ante mí lo que está por venir,
    ¡que anuncie lo que va a suceder!
No tiemblen ni se asusten.
    ¿Acaso no lo anuncié y profeticé hace tiempo?
Ustedes son mis testigos.
    ¿Hay algún Dios fuera de mí?
No, no hay otra *Roca;
    no conozco ninguna.” »
Los que fabrican ídolos no valen nada;
    inútiles son sus obras más preciadas.
Para su propia vergüenza,
    sus propios testigos no ven ni conocen.
10 
¿Quién modela un dios o funde un ídolo,
    que no le sirve para nada?
11 
Todos sus devotos quedarán avergonzados;
    ¡simples *mortales son los artesanos!
Que todos se reúnan y comparezcan;
    ¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!
12 
El herrero toma una herramienta,
    y con ella trabaja sobre las brasas;
con martillo modela un ídolo,
    con la fuerza de su brazo lo forja.
Siente hambre, y pierde las fuerzas;
    no bebe agua, y desfallece.
13 
El carpintero mide con un cordel,
    hace un boceto con un estilete,
lo trabaja con el escoplo
    y lo traza con el compás.
Le da forma *humana;
    le imprime la belleza de un ser humano,
    para que habite en un santuario.
14 
Derriba los cedros,
    y escoge un ciprés o un roble,
y lo deja crecer entre los árboles del bosque;
    o planta un pino, que la lluvia hace crecer.
15 
Al *hombre le sirve de combustible,
    y toma una parte para calentarse;
    enciende un fuego y hornea pan.
Pero también labra un dios y lo adora;
    hace un ídolo y se postra ante él.
16 
La mitad de la madera la quema en el fuego,
    sobre esa mitad prepara su comida;
    asa la carne y se sacia.
También se calienta y dice:
    «¡Ah! Ya voy entrando en calor,
    mientras contemplo las llamas.»
17 
Con el resto hace un dios, su ídolo;
    se postra ante él y lo adora.
Y suplicante le dice:
    «Sálvame, pues tú eres mi dios.»
18 
No saben nada, no entienden nada;
    sus ojos están velados, y no ven;
    su *mente está cerrada, y no entienden.
19 
Les falta *conocimiento y entendimiento;
    no se ponen a pensar ni a decir:
«Usé la mitad para combustible;
    incluso horneé pan sobre las brasas,
    asé carne y la comí.
¿Y haré algo abominable con lo que queda?
    ¿Me postraré ante un pedazo de madera?»
20 
Se alimentan de cenizas,
    se dejan engañar por su iluso *corazón,
no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:
    «¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!»

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