En los países de habla hispana se les bautizó “adultescentes”, en Estados Unidos “kidults” (mezcla de “adults”, de adulto y “kids”, niños), y universalmente se conoce como el síndrome de Peter Pan. Son niños y adultos a la vez, un fenómeno social que aunque se lo rotule de modos diferentes, significa lo mismo.
Se dice que muchos de los kidults pueden ser profesionales con tienen trabajos exitosos y hasta pareja estable, pero que evitan las responsabilidades que acarrea la adultez, que gastan la mayor parte de sus ingresos económicos en ellos mismos y que, sobre todas las cosas, no quieren crecer. ¿Y quién desearía hacerlo cuando la oferta de productos recreativos y medios de distracción es tan avasallante? Un niño hace 50 años debía conformarse con canicas y juguetes obsoletos, el resto dependía de su imaginación. Hoy, los videos juegos, la televisión, las nuevas experiencias de liberación libidinosa y la realidad digital nos anclan a los jóvenes a una eterna adolescencia, más aún cuando vemos lo difícil que es sobrevivir en un mundo tan enfermo que mucho exige y poco da.
No es difícil hallar jóvenes de más de veinticinco años con PlayStations, siguiendo serie de animación y compartiendo conductas con niños preadolescentes. No quieren dejar el hogar de sus padres, evitan el compromiso amoroso y más aún la paternidad; se vuelven egocéntricos y autocontemplativos. Algunos sociólogos indican muchos factores como los causantes de esta nueva etapa humana, como el adelanto tecnológico, el aumento de divorcios y la cultura antinatalidad, entre otras más. Y si lo pensamos bien: ¿qué inspira este mundo posmoderno? Un mundo donde la posibilidad de destacarse como ser humano se ve reducida a unas cuantas cirugías estéticas, una promiscuidad moral y poderío económico envidiable. Uno vale por lo que tiene, no por lo que es; el hombre masificado, ya resignado a ser un número más, encuentra una vía de escape en el letargo de la etapa adolescente, evitando enfrentar la frustración de una vida mecanizada.
Pero este fenómeno no necesariamente habla de una inmadurez por parte de los kidults, sino del rescate de ciertos aspectos lúdicos y placenteros de la infancia que no se quieren dejar atrás. Y en el consumo está la clave. Hay una gran multiplicidad de productos dedicados al ocio y el entretenimiento, y espefícicamente orientados a jóvenes de 18 a 35 años
Esta nueva tendencia se podría justificar fácilmente en el incremento de la expectativa de vida, en el retraso en tener hijos, en el hecho de que los jóvenes viven más tiempo en lo de sus padres y en el surgimiento de una sociedad global del ocio. Pero se podría indagar más. Psicológicamente, el síndrome de Peter Pan se caracteriza por la inmadurez y el narcisismo. El sujeto crece, pero la representación internalizada de su yo es el paradigma de su infancia que se mantiene a lo largo del tiempo. Fue en 1983 que el Dr. Dan Kiley publicó su libro titulado The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up (“El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece”). Sólo 24 años, lo que demostraría que se trata de un fenómeo altamente enfatizado por la sociedad pos-industrial. Según Kiley, las características de un “Peter Pan” incluyen algunos rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, cólera, dependencia, negación del envejecimiento, manipulación, y la creencia de que está más allá de las leyes de la sociedad y de las normas establecidas. Son frecuentes las crisis de ansiedad, angustia y depresión. Los años no dejan de pasar y el sujeto, protegido en su coraza psicológica para no advertir el paso del tiempo, de repente se encuentra “desnudo”, con las manos vacías y con una vida dolorosamente irrealizada. El nido infantil es una inconsciente referencia a la que siempre apunta. Allí, no había problemas, y la nostalgia por el mismo es persistente. En ocasiones puede darse vinculada a delirios de tipo paranoide o a neurosis declaradamente histéricas u obsesivas.
Hasta ahora queda claro que un Peter Pan es egocéntrico, inmaduro y narcisista. En su interior se siente vulnerable y temeroso, aunque puede mostrarse seguro de sí mismo, incluso arrogante y orgulloso, pero oculta indecisión e inseguridad tras su máscara. “Pareciera ser que el único compromiso que asume Peter Pan es evitar todo tipo de compromiso.”
Ahora bien, alejémonos de las patologías psíquicas y retomemos al fenómeno social. Los kidults requieren cada vez más del consumo de productos tecnológicos divertidos para el uso cotidiano. ¿Y a quién podemos culpar más? A los medios masivos de comunicación. Mi costumbre por crucificarlo no se debe a un capricho “adultescente”, sino a la evidencia de que cómo las autopistas de la información y la aceleración temporal constante influyen en la psiquis humana, haciendo que el hombre cambie de hábitos continuamente, no se detiene y busca la excusa para relajarse. La mayoría de los kidults están pendientes de la moda y los nuevos modelos de productos tecnológicos, buscando experiencias para extender su juventud. Y aquí entra el famoso dilema del huevo o la gallina. ¿Qué es primero? ¿Los nuevos productos de consumo dirigidos al público de jóvenes adultos o esta cuasi-generación perdida? Programas de televisión como [adult swim] y No Molestar!, y juegos de video como Silent Hill, Call of Duty y Grand Theft Auto, que difícilmente podría consumir un niños de ocho años (“difícilmente” no significa “nunca”), despiertan al niño interior que se encuentra en un estado latente perpetuo. En cuanto hace su aparición en el mercado un nuevo producto para nuestra dispersión, queremos olvidarnos de la angustia que la vida adulta genera. ¿Para qué gastar en cenas románticas, boletos de cine, flores y chocolates si podemos compartir con nuestra pareja un combate de Tekken o un episodio de Los Simpson? De retorno a la infancia, por siempre jóvenes. Es difícil crecer en una sociedad que glorifica la juventud desde cremas anti-age, bebidas Light e individuos-modelo imposibles de seguir. Nadie desea tener que lidiar con empleados incompetentes en el supermercado, hacer filas en los bancos, pagar impuesto, limpiar la casa y discutir con maestros, mucho menos en una sociedad que parece hecha sólo para Peter Pan y algún que otro Dorian Gray.
Tomado de:
http://www.eliceo.com/opinion/kidults-por-siempre-jovenes.html