Parece que el Arsobispado de Lima que se FORRA en plata, quiere Mas plata como buenos angurrientos y quieren poner un centro comercial en Quilca, porque mejor no demolemos una de las tantas Iglesias Católicas del Centro y construimos un centro Comercial.
Este 28 de enero se sabrá, por fin, que sucederá con el Boulevard de Cultura Quilca, frente a la disposición legal de desalojo por parte del Arzobispado de Lima. Los 63 libreros que actualmente brindan cultura a través de la venta de libros nuevos y de segunda mano abandonarían el local del jirón Quilca (N°251-255 y 259-261-263) si el día martes el Juzgado de Paz Letrado en el Cercado de Lima ordena el desalojo de los libreros.
Quilca tiene una larga historia, aquella comienza hace más de 17 años. Primero ofrecían libros en la avenida Grau, pero fueron desalojados por la Municipalidad de Lima. Más tarde, en su búsqueda de un hogar apropiado para los libros, hicieron suya una playa de estacionamiento, y la convirtieron en lo que es hoy la Asociación Cultural Quilca. Ella se fundó pese al descuido en que se hallaba el lugar.
Fueron 35 libreros que fundaron este referente cultural literario alternativo, uno de los más concurridos entre universitarios, intelectuales y escritores como Oswaldo Reynoso o Cronwell Jara. Posteriormente se unieron 60 libreros más, que antes ocupaban los alrededores de la plaza San Martín.
Si bien es cierto que era una playa abandonada, esta tenía dueño y era el Colegio Seminario de Santo Toribio, del Arzobispado de Lima. Cada dos años se renovaba un contrato de alquiler por lo del inmueble, el cual venció el 31 de diciembre del 2008. No obstante, una vez concluido el periodo, los libreros continuaron pagando la mensualidad de 2.500 dólares hasta octubre pasado del 2013. Pero no se renovará contrato, ni habrá conciliación por parte del Arzobispado, pues planean utilizar este local para la construcción de un centro comercial.
Los libreros de Quilca precisan que no hubo conciliación porque “no reconocieron la presencia de la directiva, debido a que no estaba inscrita en registros públicos” por parte de la asociación. Y lo que hoy piden es ampliar los plazos hasta que encuentren un lugar donde reubicarse. Buscan permanecer unidos para negociar una solución.
Parece ser que el día 28 se tomará una decisión que puede dar luz a otro lugar de olor a hojas de libros viejos, de caminatas en búsqueda de un libro, de días de suerte y encuentros con tesoros bibliográficos; o en el peor de los casos, la pérdida de la luz de la lectura, la nostalgia de un lector que perdió su lugar de escape y encuentro, que solo Quilca pudo lograr en estas últimas décadas.
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