miércoles, 6 de julio de 2011

El Profeta de Fuego nos cuenta su historia


Mi nombre es Elías y fui profeta de Israel hace mucho tiempo atrás, Dios me mando a profetizar en una época en que mi pueblo Israel estaba gobernado por un rey impío llamado Acab que no tenía ningún temor de Dios y no solo eso sino que con total descaro adoraba dioses falsos junto a su malvada esposa Jezabel, y eso a Jehovah mi Dios no lo tenía nada contento.

Mi primera misión fue anunciarle al Rey Acab sobre una sequia que vendría muy pronto por mandato de Dios. Luego de ello me escondí en arroyo cercano al rio Jordán y Dios mando que los cuervos me alimentaran.

Luego de ello fui a la casa de una viuda pobre en una ciudad llamada Sarepta y allí Dios hizo un gran milagro al multiplicar la comida, pero extrañamente el hijo de la viuda falleció y aunque en un primer momento no comprendí el porqué de este suceso, luego al orar a Dios comprendí la razón de este suceso, que era ni mas ni menos glorificar a Dios pues por su gracia el hijo de la viuda resucito y ella glorifico a Dios.

Después de estos sucesos desafié a la malvada Jezabel y a sus malvados cuatrocientos a que acepte el sacrificio de un buey en un altar preparado para ser incinerado, hice preparar el mismo altar y además hice mojar la madera tres veces hasta que se lleno un foso alrededor de este. Los falsos profetas del dios Baal trataron de hacer que su dios envié fuego y queme el sacrificio, pero no lo lograron y yo no pude evitarlo y me burle de ellos.

Cuando llego mi turno, ore a Dios para que aceptara mi sacrificio y así lo hizo, luego de que el altar fuera consumido por fuego tome a los profetas de Baal y los degollé y esto porque ellos tenían la horrible costumbre de sacrificar niños.

Luego de este gran acontecimiento debo reconocer que tuve temor y hui pues Jezabel me quería matar, pero luego de andar por un buen rato desfallecí y caí junto a un árbol pidiéndole a Dios que me quite la vida pues estaba cansado y no podía continuar.

Pero Dios me fortaleció, me alimento y me ayudo a levantarme de este tiempo oscuro en mi vida, luego de esto camine cuarenta días y cuarenta noches con dirección al monte Horeb y allí me metí en una cueva en donde Dios me dio una valiosa lección.
Dios me mostro que siempre tiene un remanente, además me dijo que a pesar de que las manifestaciones espectaculares de su poder a veces son necesarias, no siempre son el único medio por el que Dios hace las cosas, en esta ocasión Dios estaba en una brisa suave y delicada que me dio tranquilidad.

Luego de este episodio Dios me dio algunas instrucciones entre ellas ungir a Eliseo como profeta en mi lugar y aunque algunos digan que lo trate muy duramente, esa era mi manera de enseñar y creo que dio resultados positivos.

Tiempo después el Rey Acab murió y su hijo Ocozias lo sucedió y fue igual de malvado como su padre, este envió soldados a prenderme, pero con ayuda de Dios envié fuego del cielo y los consumió, esto sucedió dos veces, pero cuando llego la tercera compañía de soldados, les tuve misericordia y fui con ellos a ver al Rey a quien finalmente condene por sus malvadas acciones.

Finalmente cuando estaba caminando con Eliseo, Dios envió un carro de fuego que me separo de Eliseo y fui arrebatado al cielo en un torbellino y de esa forma culmine mi misión en esta tierra.

Debo decir para terminar este relato sobre mi persona que realmente tenía un gran celo por la causa de Dios y la idolatría era algo que no podía soportar, gracia al Señor por darme la oportunidad de proclamar su mensaje a una generación malvada, gracias también a Dios por las grandiosas lecciones aprendidas a lo largo de mi vida.

Ahora si los dejo pues tengo una conversación pendiente con Noé, además me prometió invitarme una tacita de café y de hecho que para mi no será ninguna molestia aceptarle la invitación. Nos vemos, quizás mas pronto de lo que imaginan.

1 Reyes 17-22 y 2 Reyes 1- 2

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