domingo, 17 de enero de 2010

La Naturaleza se rinde ante su creador

Si la creación (Naturaleza) se sujeta a Dios, porque nosotros no lo podemos hacer, lean Job 40-41


Job 40
1 El Señor dijo también a Job:

2 «¿Corregirá al *Todopoderoso quien contra él contiende?
¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!»
3 Entonces Job le respondió:

4 «¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno?
¡Me tapo la boca con la mano!
5 Hablé una vez, y no voy a responder;
hablé otra vez, y no voy a insistir.»
6 El Señor le respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:

7 «Prepárate a hacerme frente.
Yo te cuestionaré, y tú me responderás.

8 »¿Vas acaso a invalidar mi *justicia?
¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?
9 ¿Tienes acaso un brazo como el mío?
¿Puede tu voz tronar como la mía?
10 Si es así, cúbrete de gloria y esplendor;
revístete de honra y majestad.
11 Da rienda suelta a la furia de tu ira;
mira a los orgullosos, y humíllalos;
12 mira a los soberbios, y somételos;
aplasta a los malvados donde se hallen.
13 Entiérralos a todos en el polvo;
amortaja sus rostros en la fosa.
14 Yo, por mi parte, reconoceré
que en tu mano *derecha está la *salvación.

15 »Mira a Behemot,[a] criatura mía igual que tú,
que se alimenta de hierba, como los bueyes.
16 ¡Cuánta fuerza hay en sus lomos!
¡Su poder está en los músculos de su vientre!
17 Su rabo se mece como un cedro;
los tendones de sus muslos se entrelazan.
18 Sus huesos son como barras de bronce;
sus piernas parecen barrotes de hierro.
19 Entre mis obras ocupa el primer lugar,
sólo yo, su Hacedor, puedo acercármele con la espada.
20 Los montes le brindan sus frutos;
allí juguetean todos los animales salvajes.
21 Debajo de los lotos se tiende a descansar;
se oculta entre los juncos del pantano.
22 Los lotos le brindan su sombra;
los álamos junto al río lo envuelven.
23 Vacía un río entero sin apresurarse;
con toda calma se traga el Jordán.[b]
24 ¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo?
¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?


Job 41
1 »¿Puedes pescar a *Leviatán con un anzuelo,
o atarle la lengua con una cuerda?
2 ¿Puedes ponerle un cordel en la nariz,
o perforarle la quijada con un gancho?
3 ¿Acaso amablemente va a pedirte
o suplicarte que le tengas compasión?
4 ¿Acaso va a comprometerse
a ser tu esclavo de por vida?
5 ¿Podrás jugar con él como juegas con los pájaros,
o atarlo para que tus niñas se entretengan?
6 ¿Podrán los mercaderes ofrecerlo como mercancía,[a]
o cortarlo en pedazos para venderlo?
7 ¿Puedes atravesarle la piel con lanzas,
o la cabeza con arpones?
8 Si llegas a ponerle la mano encima,
¡jamás te olvidarás de esa batalla,
y no querrás repetir la experiencia!
9 Vana es la pretensión de llegar a someterlo;
basta con verlo para desmayarse.[b]
10 No hay quien se atreva siquiera a provocarlo;
¿quién, pues, podría hacerle frente?
11 ¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme?
¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!

12 »No puedo dejar de mencionar sus extremidades,
su fuerza y su elegante apariencia.
13 ¿Quién puede despojarlo de su coraza?
¿Quién puede acercarse a él y ponerle un freno?
14 ¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces,
coronadas de terribles colmillos?
15 Tiene el lomo[c] recubierto de hileras de escudos,
todos ellos unidos en cerrado tejido;
16 tan juntos están uno al otro
que no dejan pasar ni el aire;
17 tan prendidos están uno del otro,
tan unidos entre sí, que no pueden separarse.
18 Resopla y lanza deslumbrantes relámpagos;
sus ojos se parecen a los rayos de la aurora.
19 Ascuas de fuego brotan de su hocico;
chispas de lumbre salen disparadas.
20 Lanza humo por la nariz,
como olla hirviendo sobre un fuego de juncos.
21 Con su aliento enciende los carbones,
y lanza fuego por la boca.
22 En su cuello radica su fuerza;
ante él, todo el mundo pierde el ánimo.
23 Los pliegues de su piel son un tejido apretado;
firmes son, e inconmovibles.
24 Duro es su pecho, como una roca;
sólido, cual piedra de molino.
25 Cuando se yergue, los poderosos tiemblan;
cuando se sacude, emprenden la huida.
26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere,
ni lo hieren tampoco los dardos,
ni las lanzas y las jabalinas.
27 Al hierro lo trata como a paja,
y al bronce como a madera podrida.
28 No lo hacen huir las flechas;
ve como paja las piedras de las hondas.
29 Los golpes del mazo apenas le hacen cosquillas;
se burla del silbido de la lanza.
30 Sus costados son dentados tiestos
que en el fango van dejando huellas de rastrillos.
31 Hace hervir las profundidades como un caldero;
agita los mares como un frasco de ungüento.
32 Una estela brillante va dejando tras de sí,
cual si fuera la blanca cabellera del abismo.
33 Es un monstruo que a nada teme;
nada hay en el mundo que se le parezca.
34 Mira con desdén a todos los poderosos;
¡él es rey de todos los soberbios!»

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