Tristemente la Navidad
va perdiendo su significado esencial con cada año que pasa y siempre nos
ponemos entre dos bandos, los que dicen que no debemos de celebrar las fiestas
y los que dicen que debemos de celebrar, pero que al hacerlo se contagian del espíritu
del mundo.
La cosa es realmente
simple, al diablo siempre le ha molestado por obvias razones el sacrificio que Jesús
hizo en la cruz por nosotros, y ha buscado desacreditarlo desde que los
sacerdotes les pagaron a los guardias, para que dieran un informe falso acerca
de la resurrección de Jesús, hasta nuestros días buscando en un sacerdote bonachón
de tiempo atrás la excusa perfecta para convertirlo en un personaje que
simbolice la Navidad comercial y sin sentido que tristemente se celebra en
estos días y dejando a Jesús en segundo plano. .
Siempre he pensado que
todos los extremos son malos, yo no odio la Navidad, al contrario, me encanta,
pero la celebro de manera distinta, para mi significa dos cosas puntuales:
Recordar que Jesús vino
hace mucho tiempo siendo un niño, creció con un propósito, lo cumplió, murió y
resucito para que nosotros podamos tener acceso al Padre a través de Él.
Segundo, es una de las
pocas fechas del año en las que podemos pasar tiempo con nuestras familias,
dentro de un mundo tan alocado en donde corremos de un lado a otro a diario,
que mejor oportunidad para celebrar con los que más amamos.
Tengamos en cuenta esta
pequeña reflexión y nunca nos olvidemos del hermoso verso de
Isaías 7:14
Por tanto, el Señor mismo os dará
señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel. (Dios con Nosotros)