lunes, 9 de diciembre de 2024

La Ciudad y Los Perros (Detrás de la Novela)

 


Mario Vargas Llosa es considerado por muchas personas (no me incluyo) como uno de los mejores o el mejor escritor del Perú. Sin embargo, creo que Julio Ramón Ribeyro, con su prosa irónica, sarcástica y muchas veces nostálgica, y el buen abuelo Ricardo Palma (que casi se nos ahoga cuando era un muchachito) con sus Tradiciones Peruanas que evocan historias populares de la Lima de antaño de una forma socarrona y hermosamente trabajada, tienen más derecho a ocupar esa posición que el mismo Vargas Llosa,

Muchas de las novelas de Vargas Llosa están plagadas de mucho erotismo que personalmente no me agrada. He leído Los Cachorros y La Ciudad y los perros hace ya mucho tiempo, y además dos libros que salen de las historias que suele escribir: El Hablador (donde se exploran temas como la identidad cultural, la relación entre la modernidad y las tradiciones indígenas, y el poder de la narrativa oral). Y Como Pez en el Agua un libro semi biográfico en donde el buen Mario llora sus miserias al haber perdido la elección de 1990 contra el chinito “buena gente” que nadie conocía, Alberto Fujimori, y en ese libro hace un mea culpa a su estilo y de paso, le echa barro con ventilador a muchas personas por la debacle que él mismo ocasionó debido a su inexperiencia y otros factores.

La Ciudad y los Perros es un libro en donde se narra la vida en un colegio militar allá por los años 50. Fue aclamada por muchos, tal es así que Francisco Lombardi le hace una película que no retrata a cabalidad lo que fue el libro (una película nunca puede plasmar todo el contenido de un libro, por eso no sean flojos y lean libros). Siempre me pregunté: ¿cuánto de verdad y de mentira hay en el libro de Vargas Llosa? Sabiendo que él fue estudiante de un colegio militar y que lógicamente uno pensaría que el libro narraba sus vivencias durante su tiempo en el colegio.

Cuál sería mi sorpresa, pues algunos años después de plantearme esta pregunta, paseando por la librería Crisol (de la que soy un confeso adicto), me encontré con el libro El Cadete Vargas Llosa de Sergio Vilela Galván, que sirve como el backstage de La Ciudad y Los Perros, en donde el autor nos lleva a los eventos detrás del telón del libro y que es real y que no en el libro. Así como devela las identidades de ciertos personajes claves.

El autor se tomó el tiempo para poder hacer una exhaustiva investigación, haciendo todo lo posible y persiguiendo literalmente al buen Mario hasta París para poder conseguir una entrevista con él. (El que la sigue la consigue). Además, busco por aire, mar y tierra a los cadetes que compartieron las aulas con Mario y es en base a esos testimonios que pudo completar un libro que, pese a ser corto y a veces irse por las ramas (al grano, por favor), tiene información muy interesante de lo que realmente pasó durante esos oscuros años adolescentes de Mario.

Mario cuenta que el colegio militar fue para él como un Perú en miniatura, en donde convergían todas las razas y estratos sociales en un mismo lugar, incluso muchos venidos de provincias, y todos eran iguales allí y en donde se les enseñó a ser hombres y a poder enfrentar lo que era la cruda realidad.

Mario conoció a su padre cuando era un casi adolescente y esta era una persona muy dictatorial que quería deshacerse de él y enviarlo al colegio militar para que así se hiciese hombre. A Mario le gustó la idea, pues de esa forma podía sacudirse de la tutela de su padre y estar tranquilo lejos de él, lo que él no sabía era acerca de todos los secretos oscuros que encerraba ese colegio. Y que él lo viviría en carne propia como la costumbre de los bautizos a los perros.

Cuando leemos el libro nos damos cuenta de que algunos cadetes como el Jaguar o el Esclavo realmente existieron, pero no en la dimensión en la que los relata. Por ejemplo, el Jaguar era un alumno desobediente a quien no le gustaba seguir las reglas, pero no esa figura imponente que relata el libro, y el Esclavo era una persona muy sumisa de quien todos se burlaban y que en la vida real no llega a morir. El verdadero Jaguar falleció en un accidente de tránsito, mientras que el Esclavo vive en Estados Unidos y prefiere vivir una vida alejada de todo lo que tenga que ver con el Perú.

Los ex compañeros de Mario lo relatan como un tipo al que le gustaba estar solo, le gustaba faltar a clases, no hablaba de su vida personal y siempre se le veía con un libro bajo el brazo y para ello se recluía en lugares solitarios dentro del colegio o aprovechaba el tiempo para poder nadar, que era otra de sus pasiones.

Mario no perdía el tiempo y, como buen negociante y “calichin” de escritor, se “recurseaba” de dos maneras, la primera, vendiendo poemas de amor a sus compañeros que querían declararse y cobrando con dinero o algún intercambio (cigarros, por ejemplo); y la segunda, escribiendo novelas pornográficas (adivinaron, él era “El Poeta” del libro) que vendía entre sus “calentones” compañeros” (de algún lado tenía que salir todo ese erotismo de algunas de sus novelas). (Además, en otro de sus libros se le ve como asiduo cliente de La Casa Verde (luego te explico).

Una de las cosas que más me llamó la atención fue cómo los exalumnos del Colegio Militar, aun a pesar de las cosas que pueden haber pasado, luego de tantos años, se siguen reuniendo en encuentros de las diferentes promociones. Y se sienten orgullosos de haber pertenecido a tal institución militar y, aunque muchos han seguido caminos diferentes, la mayoría está muy orgulloso de su institución y, siempre que pueden, acuden cuando esta los convoca.

El libro, aunque con sus falencias, es un buen material de consulta sobre la novela y además es corto y creo que un ratón de Biblioteca podría terminarlo en menos de una semana.

“Larga vida al Colegio Leoncio Prado”.

“Larga vida a los militares que tanto necesitamos en este Perú”.

(Perdón por estas dos últimas líneas, pero me contagié de la pasión de los exalumnos del Leoncio Prado). 

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