Donald Trump ganó las elecciones de USA hace unos días con una gran diferencia sobre su rival Kamala Harris y nos deja en claro ciertas cosas.
El triunfo de Trump hace ver que los gringos estaban
aburridos de la anarquía que empezaba a gobernar en su país y que los
extranjeros (el que lea entienda) empiecen a hacer lo que les venga en gana en su
país sin que el gobierno se interese en hacer algo al respecto.
Creo que los gringos extrañaban el orden y la mano dura de
antaño, la estabilidad por encima de la incertidumbre y el sentirse protegidos
por sus autoridades.
Creo que Trump tiene muchos defectos que le podemos
criticar, pero hay tres pilares fundamentales que defiende y que en estos
tiempos es difícil que las autoridades actuales las defiendan: patriotismo
(defensa de los derechos del país por encima de otros intereses), temor a Dios
y defensa del modelo familiar creado por Dios. Irónicamente, los pilares que el
globalismo se empeña tanto en destruir.
Con la llegada de Trump al poder, los progres y rojos que
han tomado los medios de comunicación están levantando su voz, llorando a voz
en cuello y esparciendo sus mentiras y ponzoñas.
Es increíble cómo han cambiado las cosas en el mundo, y
gobiernos liberales y sin ideas ni principios se han apoderado de la mayoría de
países y medios de comunicación y lo que es malo ahora es bueno y viceversa. Me
da mucha pena que gobiernos que quieren ir en contra de la corriente y luchan
por la estabilidad de sus naciones y promover valores sean vistos como locos
idealistas o dictadores (Bukele, Milei o Trump).
Nuestra fe no descansa en los gobiernos de turno, sino en
Dios, pero eso no quita que aplaudamos a los gobiernos que quieren seguir el
rumbo correcto y despreciemos toda esta corriente moderna que solo quiere ver
al mundo arder y recoger los pedazos… Dios en control.
SALMOS 2
¿Por qué se
rebelan las naciones
y
en vano conspiran los pueblos?
2 Los
reyes de la tierra se rebelan;
los
gobernantes se confabulan contra el Señor
y
contra su ungido.
3 Y
dicen: «¡Hagamos pedazos sus cadenas!
¡Librémonos de su yugo!».
4 El que está
en el trono de los cielos se ríe;
el
Señor se burla de ellos.
5 En
su enojo los reprende,
en
su furor los asusta y dice:
6 «He
establecido a mi rey
sobre
Sión, mi santo monte».
7 Yo proclamaré el decreto
del Señor:
«Tú eres mi
hijo», me ha dicho,
«hoy mismo te he engendrado.
8 Pídeme,
y como herencia te
entregaré las naciones;
serán
tu propiedad los confines de la tierra.
9 Las
gobernarás con cetro de hierro;
las
harás pedazos como a vasijas de barro».
10 Por eso
ustedes, los reyes, sean prudentes;
déjense
enseñar, gobernantes de la tierra.
11 Sirvan
al Señor con temor;
con
temblor ríndanle alabanza.
12 Besen
al hijo,[b] no sea que se enoje
y
sean ustedes destruidos en el camino,
pues
su ira se inflama de repente.
¡Dichosos los que en él buscan refugio!